NUESTROS ESCRITORES

Victoria

Victoria

Por Belén Elizabeth Borsani

La última vez que me viste usaba la camiseta de Tigre del 67’. Me la regalaste a los catorce años. Dijiste que Fortunato se la había regalado al abuelo años después del ascenso.

Los veranos en la cancha eran calurosos. Mamá siempre me llenaba de protector solar. “Dormir en percha por un partido no vale la pena. Si te vas a quemar así, que sea en la lancha”. Siempre dijiste que ella no entendía. “Es de Boca tu vieja. No entiende a Tigre, no nos entiende a nosotros”. Mamá no iba a la bombonera, decía que no tenía ganas, que había mucho ruido.

Empezaste a llevarme al colegio cuando te echaron de la fábrica. Mamá decía que era bueno, que así salías de casa y te despejabas un poco. Cuando estabas solo se te daba por cambiar los muebles de lugar, tirar cosas o pintar las paredes de colores. Una vez, en vez de ir para el lado de la escuela, nos subimos al colectivo para el lado de Victoria. El de la puerta nos dejó entrar con la mochila del colegio. En el entretiempo escribiste una nota en mi cuaderno para avisarle a la directora que había faltado porque estaba enfermo.

En el verano del 2009 le pusimos mosquiteros a las ventanas de la casa. Decías que los mosquitos ya eran aviones y que así no se podía dormir. Vos querías llevarlos en un solo viaje. Mamá dijo que en uno no iban a entrar. Se nos cayeron dos al río y tuviste que tirarte a buscarlos. “Cuando tenés razón, tenés razón”, le dijiste. Chorreabas agua cuando llegamos a casa y recién ahí mamá se rió un poco. Dijo que no tenías arreglo. Creo que siempre estuve un poco de acuerdo con ella.

A los diez años me enseñaste a pescar con cebo. Mamá sacó un montón, vos no tantos. Yo descubrí que la pesca no era lo mío, pero me gustaba salir con la lancha temprano e ir al muelle de los abuelos con nuestra canasta de picnic y una pelota de fútbol. Desde entonces, fuimos a pescar una vez al mes sí o sí. Mamá dijo que podía ser nuestra tradición. Me gustaba cómo sonaba.

Un día mamá dijo que necesitábamos más historias de continente y nos fuimos a pasear sin lancha. Yo quería entrar al Bingo y me dijiste que no me apurara, que faltaban años para eso. Mamá dijo que a vos te faltaban años también para eso. Vos te reíste. Yo no entendí el chiste.

Visitamos la parroquia Nuestra Señora de Aránzazu y mamá dijo que no podía entrar a la capilla con la camiseta, que era una falta de respeto. “A la virgencita le vendrían bien alegrías como las de Tigre”. Ella no se rió. Yo te dije que quizás la virgencita era de Boca, como mamá.

Un invierno, mientras ayudaba a mamá a ordenar unas cajas y vos estabas trabajando, encontré el carnet de socia de mamá. Dijo que lo tenía desde que te había conocido, pero que nunca te acompañó a la cancha. “Él sabía que yo era de Boca. Me hice socia para acompañarlo, pero él quería que me hiciera de Tigre. No iba a darle el gusto. Nunca le dije que lo tengo, pero todavía pago todos los meses”. Nunca dejó de pagarlo, jamás llegaste a enterarte. En el fondo, le simpatizaba Tigre porque le gustabas vos.

Entramos al Palacio Sans Souci. Yo te pregunté por qué no teníamos una casa tan grande. Dijiste que en la isla no se necesita tanto, que para qué tanto chiche, tanta ventana, tanto piso lindo. “Con una casa así, no podríamos ir a pescar, nos la pasaríamos limpiando. Con esas ventanas no se puede ni hacer un pase adentro, ni en el patio, ni en ningún lado por las dudas”. Mamá dijo que igual no podíamos hacer pases adentro, vos no dijiste nada más. Mamá nos escondió la pelota apenas volvimos.

En nuestra última foto tengo la camiseta de Fortunato y vos la del 95’. Estamos en Coelho con las cañas. Mamá no tiene ninguna camiseta. Está abrazada a los dos y tiene los anteojos en la cabeza. Volvimos a casa ese día con las manos vacías. Dejamos las cañas en la lancha. Las bajaste al día siguiente antes de irte a trabajar.

El 10 de noviembre del 22’ nos llamaron del hospital. Ya era tarde. Mamá dijo que era raro que no hubieras vuelto. No lloró hasta que los abuelos llegaron al hospital y el abuelo me pidió que lo acompañe. Yo todavía tenía puesta nuestra camiseta.

El 16 de noviembre murió Fortunato. Mamá sacó entradas para la cancha. Fue la primera vez de ella. Yo me subí al alambrado y colgué la remera lo más alto que pude. Nos quedamos en la T hasta que la gente se fue. Nuestra camiseta quedó en la cancha ese día. En nuestra casa. Mamá todavía dice que esa tarde te escuchó alentar a tu equipo en la popular.

A mí todavía me parece escucharte entre la barra cada vez que vuelvo a casa.

Sobre la autora

Belen Elizabeth Borsani es vecina de Tigre “de toda la vida”, dice. Escritora y amante de los libros. Fotógrafa cuentista, de las que ven historias en los detalles y personajes reflejados en las nubes. “La fotografía me dio una nueva forma de contar, de describir todo aquello que con las palabras no puedo”, comenta y agrega que llegó al concurso por recomendación de su mamá “que lo vio en redes”.

Amante de los libros comenzó su camino en la escritura en el año 2015, en un taller literario municipal, en la biblioteca Juan José Castelli. “Entre letras, risas y amigos, llegué a la Licenciatura en Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes, carrera que disfruté y que finalicé en diciembre de 2021”, sostiene y añade que “fantasía, terror y teatro griego son mis tres grandes amores”.

Belen participó de ambos concursos: el de relatos breves y el de fotografía. Ambas propuestas fueron preseleccionadas por el jurado.

La obra según la autora

El texto refleja un poco la identidad del fútbol. Mi novio es de Tigre, desde la cuna, tiene una foto en la que es muy chiquito y está en la cancha con su abuelo. Pensé en esa foto mientras escribía el texto, en Victoria, en la cancha, en la forma que tiene el fútbol de contar la historia de tantas familias.

*El presente cuento fue preseleccionado en el certamen ‘Te cuento San Fernando’ que organizó San Fernando Nuestro al cumplir el décimo aniversario del medio. La obra forma parte del libro digital que recopila las obras preseleccionadas en los concursos de fotografía y relatos breves. El trabajo se puede descargar en forma gratuita desde el siguiente link


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