DEPORTES
Paula Pareto, el reposo de la guerrera
Mate de por medio y en una charla íntima en Río de Janeiro, Paula Pareto compartió cómo encara la recta final hacia su tercer Juego Olímpico. La medallista de bronce en Beijing 2008 y campeona mundial de judo explicó la importancia del entrenamiento mental, que le permitió sacarla hace dos años de un momento en el que no disfrutaba de las competencias.
Cuatro amigos en cuero se matan en un picado de vóleibol playero. Un vendedor de chucherías camina cerca por la arena. Dos camiones con militares custodian la costanera. El hombre de remera raída que atiende el clásico puesto carioca con cocos, refrigerantes y capirinha quiere que el almuerzo sea temprano, pero no tendrá éxito. Decenas de personas caminan, trotan, corren o andan en bicicleta o en rollers por la senda especial. Pasa de todo en Leblon este sábado a las 11.30, pero todos los que pasan ni saben quién es esta chica rubia, bajita y vestida de celeste y blanco que ceba mates y contempla el mar en Río de Janeiro.
Paula Belén Pareto luce abstraída del mundo. La guerrera está en reposo. Llegó el lunes junto a Laura Martinel, su entrenadora, y a Oritia González, su sparring, y se instaló en un hotel cercano al tatami donde se entrena en estos últimos días antes de la competencia olímpica del sábado 6 de agosto. No fue tan difícil encontrar un tatami porque con 2 millones de judocas federados, en Brasil se levanta una tapa y aparece uno. Está mansa y tranquila La Peque, la médica Pareto. Ya llegará el momento de pasar de Dr. Jekyll a Mr. Hyde.
“Mis amigas siempre me dicen que antes de luchar tengo cara de mala. Estoy concentrada. ¿Qué quieren? ¿Que salga riéndome?”, se pregunta mientras comparte su intimidad en la previa de los Juegos Olímpicos. La propuesta es hablar de su mentalidad, de focalizar la energía en lo necesario y de no saturarse. Y Paula abre la puerta y sale a jugar.
“Quise salir del entorno previo unos días antes, para luego disfrutarlo y compartirlo con los atletas, porque es un Juego Olímpico y eso es lo lindo. Sólo hay que saber que es una competencia y no meterse ningún tipo de presión”, avisa sin dramas.
Junto a Gustavo Ruiz, su psicólogo, practicó ejercicios para entrenar la mente. Esa amiga que puede convertirse en enemiga para un deportista de alto rendimiento en el momento menos esperado. Y además recurre a otras variantes para salir del foco de tensión. “En los viajes leo o dibujo. Siempre elijo algo distinto para desconectarme. Ahora me vine con unos mandalas y unos lápices que me compró mi mamá y en eso ando”, cuenta con su natural simpatía.
Si por ella fuera, no viajaría fuera del país. “Donde estoy más cómoda es en mi casa, con mis seres queridos cerca. Si elijo viajar, lo hago por Argentina -relata-. Odio viajar y es una de las cosas que más pongo en la balanza a la hora de salir a competir. Laura me carga con que no salgo nunca a pasear fuera del hotel. Lo bueno de Río es que es cerca y hay más argentinos que brasileños, je”.
Desde tu medalla de bronce en Beijing 2008, no bajaste del pedestal y siempre estuviste en la mira. ¿Cuánto te sirvió entrenar la mente?
Con mi psicólogo hablamos siempre sobre manejar las presiones, la concentración y la respiración. Yo no tengo ninguna presión, porque el judo no es un deporte de marca y puede ganar y perder cualquiera. Me puedo basar en mis resultados y sería genial, pero arranco todas las competencias de cero y me enfoco en lo que hay que hacer.
¿Qué aspectos de tu exposición pública no te gusta vivirlos a menudo?
Intento buscarle lo positivo a todo. Odio lo que tenga que ver con cámaras y la televisión, pero viene acompañado con mis resultados. Si no estuvieran, no estarían las cámaras. Que tanta gente tenga fe en mí es positivo y me da energía, pero no la uso como presión. Gane o pierda, me van a apoyar. Y el que no, no apoyaba tanto como decía. Mi psicólogo me dice: “Lo bueno tuyo es que la que se pone más presión sos vos”. Los sponsors y las becas son bienvenidas, pero si las tengo es porque hice algo bien y disfruto el momento y no pienso en que me vaya bien para mantener la beca.
Baja a la playa con cuidado. No vaya a ser cosa que un escalón complique de más. Se sienta y observa el mar. Las olas rompen fuerte en Leblon. “Hace dos días estaban re bajitas. Parece que cambió, je”, dice tenuemente. Los caminantes no entienden por qué le sacan fotos y ella se relaja porque sabe que el huracán vendrá dentro de unos días. El martes ingresará a la Villa Olímpica y todo será reencuentro con los atletas.
“Por suerte a este Juego Olímpico vendrán a alentarme muchos amigos y familiares. Es más, hasta gente que ni conozco me avisó que venía. Espero hacer un buen papel al menos para ellos, que me dan ánimo a salir a luchar con más esfuerzo”, explica cuando los 25 grados ya son mentirosos y la piel se prende fuego.
¿Por qué luchás, Paula?
Porque me gusta y porque creo que lo hago bastante bien para sobrevivir, je.
Ese “bastante bien” le alcanzó para ser medallista olímpica, quinta en Londres 2012 y vigente campeona mundial. Ella, Paula Pareto, buscó aire en estos días previos al gran día. Y ahora se levanta de la arena, se vuelve a calzar los anteojos negros para proteger esos ojos claros que sufren una leve conjuntivitis y ofrece otro mate.
Un cambio justo a tiempo
Cuando la rutina se hace fuerte en la vida y monopoliza los sentimientos, ganándole el liderazgo a la originalidad, no hay con qué darle. Se viene el bajón y el camino conduce a la monotonía, al aburrimiento y a tomar cada paso como uno más y no como un eslabón determinante de la cadena hacia la felicidad. Lo vivió también Paula Pareto hace dos años, cuando comenzó a sentir que todo le parecía lo mismo, por más pergaminos que tuviera.
“Hoy estoy más tranquila, pero en ese momento me estaba cansando de las luchas, de la competencia. Y me decía: ‘¡Uy, de vuelta tengo que luchar, de vuelta tengo que competir’. No lo hacía con ganas”, recuerda la judoca con honestidad brutal, para ejemplificar que a cualquiera le puede pasar.
¿Cómo volvió a incorporar el fuego que la había llevado a apasionarse con el judo? “Me sentí mejor recién cuando cambié desde lo mental -responde-. Hoy la idea es dar todo en cada competencia como si fuera la última. Imaginate que más aún en un Juego Olímpico, que es cada cuatro años. Empecé a tomarme todo así y me dio resultado porque nadie sabe lo que le va a pasar de un día para el otro”.
Y así está hoy Paula Pareto, a punto de competir en Rio de Janeiro 2016. “No caigo que éste es mi tercer Juego Olímpico. Yo sólo quería representar a la Argentina en la Selección”, dice y parafrasea a aquel Dieguito Maradona haciendo jueguito en Villa Fiorito y contando el sueño de vestir la celeste y blanca. Por algo será.
OPINIÓN
Por Hernán Sartori
Jeannette Campbell abrió el camino de las medallas olímpicas para las deportistas argentinas cuando se colgó la de plata en Berlín 1936. Noemí Simonetto la siguió con otra plateada en Londres 1948. Hubo que esperar cuarenta años para que Gabriela Sabatini también fuera de plata en Seúl 1988. Y los bronces llegaron después, con Serena Amato en Sydney 2000, Georgina Bardach en Atenas 2004 y Paula Pareto en Beijing 2008. Ellas son las seis mujeres argentinas que ganaron medallas olímpicas en disciplinas individuales. Y La Peque quiere ser la única en repetir tamaño logro.
Estudió Medicina al mismo tiempo que fogoneaba su pasión por el judo. Se recibió cuando los logros deportivos ya eran grandes. Y hoy llega a Río de Janeiro como campeona mundial y sin autopresionarse más de la cuenta.
Las luces de ocasión se le acercaron con sus triunfos y la abandonaron cuando tuvo el tupé de ser quinta en Londres 2012. Tan viva e inteligente como sagaz a la hora de explotar la debilidad de una rival sobre el tatami, Paula eligió a los de fierro para apuntalarse. Esos que no fallan.
“Paulita es la mejor deportista del país, más que Messi”, se despachó Emmanuel Lucenti, su compañero de Selección, que también competirá en Río. Pareto no sólo siguió el camino de Carolina Mariani y Daniela Krukower, sino que llevó el judo a un sitial de difusión necesario en esta era de la información.
Una vez más, no podrá desfilar en una ceremonia inaugural porque compite al otro día. Otro sacrificio más en pos de un objetivo para la abanderada del deporte argentino.
OPINIÓN
Por Laura Martinel, entrenadora de Paula Pareto
El judo es más que un deporte. Es un sistema educativo en el que se inculcan todo tipo de conocimientos y se buscan fortalecer los valores de una sociedad sana, como la humildad, la amistad y la solidaridad. Lo que requiere de un deportista de elite es que busque la excelencia en todos los aspectos, tanto deportivos como humanos. Y Paula lo ha logrado.
Es una judoca de una robustez pocas veces vista y ha logrado una enorme maestría en sus técnicas preferidas. Además, tiene una fortaleza mental envidiable para el deporte. Esa conjunción de sus dotes la hacen una gran judoca y le ha permitido conseguir todos sus grandes logros.
Comenzamos a trabajar juntas desde noviembre de 2012 y lo primero que fijé fue un gran objetivo y luego los objetivos intermedios. Focalizamos mucho en la parte física, que es uno de sus grandes valores, para cuidarla y mejorarla. Y buscamos pulir sus técnicas favoritas.
También hago un profundo estudio de sus rivales, porque ella debe salir al combate sintiendo que tiene una estrategia para desarrollar y no que va a improvisar, porque la improvisación genera inseguridad. No es lo mismo salir a “ver qué pasa” que sentir que tenés las herramientas para ganar.
Luego del oro olímpico, ser campeón mundial es el más preciado premio para cualquier deportista. Es como tocar el cielo con las manos. Y Paula lo consiguió el año pasado. Claro que esto generó la necesidad de manejar un juego de equilibrio bastante complejo. Ella ha logrado estabilizarse en el primer plano mundial del judo y como en cada competencia arranca de cero, eso la mantiene enfocada.
Fuente: Hernán Sartori para Clarín