ENTREVISTAS
Una vecina de nuestra ciudad cuenta cómo vivió la represión en el Congreso

Por Sabrina García
Evelyn Mendoza tiene 29 años, es vecina de nuestra ciudad y trabaja a una cuadra del Aeropuerto Internacional de San Fernando. Fue una de las personas que ayudó en diciembre pasado a socorrer a los vecinos tras el incendio del avión en barrio Aviación. “Venís siendo noticia”, le digo y ella responde: “Sí, pero ya no más”. La negativa es porque también fue noticia esta semana tras la represión que se vivió en el Congreso en lo que sería la Marcha de los Jubilados que se lleva a cabo los miércoles. Fue detenida mientras caminaba para alejarse de la represión. Habló con San Fernando Nuestro y relató lo que vivió.
Evelyn es hincha de Tigre, hace trabajo social en un comedor y es militante del Movimiento Evita. El miércoles pasado viajó al Congreso para acompañar a los jubilados. Apenas llegó fue reprimida y detenida.
-Entiendo que como militante has participado en otras manifestaciones. ¿Cómo viviste lo que pasó el miércoles?
Siempre pude ir a las movilizaciones. Es algo que tiene que ver con mi familia, con mi crianza. El miércoles nosotros nos dirigíamos tarde con mi compañero que milita conmigo y formamos parte de voluntarios de una fundación. Fundación Impulso y Encuentro (ONG que visitamos el año pasado para conocer la historia de Milagros, la joven a la que le había incendiado su casa).
Yo iba cursando por Zoom desde el celular (es estudiante de abogacía). Llegamos aproximadamente a las 6:15 de la tarde. Llegamos y vimos otro panorama, similar al de la ley de Bases. Había mucha policía. De hecho, más policía que gente, te diría.
Con mi compañero bajamos en Diagonal Norte y mientras vamos subiendo las escalinatas distintos manifestantes nos empiezan a decir que en Congreso ya no se podía estar, entonces nos dirigimos todos a Plaza de Mayo.
-Cuando vos llegaste lo de Pablo Grillo (fotoperiodista que fue herido por una bala de gas lacrimógeno que impactó en su cabeza) ya había sucedido, digo por el horario.
Sí, eso ya estaba, de hecho, era algo que se estaba diciendo entre todos los manifestantes de que había un ‘chico muerto’. No se hablaba de internado ni nada, muerto. Entonces, todo ese panorama era de un clima muy feo.
-Habría mucho miedo entre los manifestantes que vieron esa situación…
Sí, total.
Entonces nos dirigimos a la plaza, nos quedamos ahí manifestándonos con los diferentes actores que iban llegando. No vimos gente con bandera política y tampoco visualicé a ningún barra brava. Yo conozco a la gente que es barra brava de Tigre y no estaban. Me crucé a conocidos y les pregunté si alguno de los chicos que hacen de barra brava en la cancha estaban y tampoco habían ido. Entonces eso que se difunde por intermedio de los medios comunicación respecto a la barra brava, es mentira, eran todos hinchas.
Nos quedamos en la Plaza de Mayo hasta que vemos que, de un momento para otro, se aglutinan muchísimos policías a querer sacarnos de las diagonales. Nosotros no estábamos cortando la calle, estábamos en la vereda. Empiezan a gasear a todos los que estábamos ahí y nosotros nos fuimos yendo con mis compañeros. Una de las primeras salidas que tenemos es la boca de subte, vamos a meternos y vemos cómo enfrente de donde estábamos nosotros, baja un policía y tira gas pimienta abajo (en la estación del subte), como para que toda la gente se intoxique con el gas pimienta. Entonces le digo: “No, Enzo (su compañero), no nos quedemos acá porque se venían hacia nosotros”. Nos vamos caminando por la vereda como para retirarnos del enfrentamiento que ellos querían generar. Los tenemos cada vez más cerca y le digo: “Enzo, caminemos más rápido porque nos van a agarrar”. En eso veo a un hombre que se cae, intento ayudarlo y cuando nos paramos los dos como para seguir caminando, la policía nos dice: “Contra la pared, contra la pared”, y nos esposaron. Ahí empezamos a vivir otra historia.
-Te esposan a vos, a Enzo y al señor que estaba caído?
Mi compañero por suerte iba más adelante que yo y no lo agarraron, a mí sola y al señor.
-Señor, de qué edad más o menos?
50 y pico, porque decía: “Tengo dos hijos chicos, trabajo en una carnicería, me van a echar si ustedes me tienen acá”, “Vine a reclamar por mis viejos”, decía el hombre.
Nosotros fuimos los dos primeros en detener. Atrás nuestro empezaron a detener gente que quería salir, que estaban en la misma circunstancia que nosotros. Yo no visualizo en ningún momento que hayan detenido a nadie que haya tirado una piedra.
Estábamos detenidos, esposados y al no poder mover los dedos mis manos en un momento se pusieron tan violetas que le pedí, por favor, que corten el precinto y me pongan otro.
Terminamos 11 personas ahí. Personas que estaban manifestándose pacíficamente, todas una arriba de la otra. Yo en mi espalda tenía una persona, en mis hombros tenía a otra persona, en mis pies tenía una persona. O sea, empezaron a tirar gente, una arriba de la otra y a decirnos que estábamos ahí porque “veníamos a defender a estos viejos de mierda”, “a defender lo indefendible”.
Nos tuvieron unos 45 minutos aproximadamente. Después vienen oficiales de la Policía de la Ciudad, nos agarraron uno cada uno y nos llevan, nos pasean de donde nosotros estábamos, que era la salida de Diagonal Norte hasta donde tenían el móvil, frente al obelisco. Ahí nos tuvieron dos horas.
En el lugar había dos chicas, una de ellas tenía 19 años y la otra, si mal no recuerdo, 23. Lloraban porque claramente ellas habían venido con gente que no sabían ni dónde estaban. Atrás mío empezaron a subir a todas las chicas que estaban en el mismo lugar que yo. Nosotros éramos aproximadamente seis mujeres de las de las 11 personas que tenían ahí.
-De ahí las trasladaron…
Nosotros tendríamos que haber ido a la alcaldía número 15, la de mujeres. Caímos en la alcaldía número 4 de Parque Patricios, de hombres. Al llegar escuchábamos al comisario y a diferentes oficiales discutir, uno con el otro, sobre por qué habíamos ido 94 personas a su alcaldía, que no estaba de acuerdo con todo el aparato de represión. Era un motivo de discusión entre ellos.
Entonces estábamos todos en los móviles que sin mentir eran aproximadamente entre 15 a 20 móviles, porque nosotros lo podíamos visualizar desde el espejito del móvil donde estábamos nosotros. Estábamos todos en el patio de la alcaldía esperando a ver qué se decidía hacer con cada uno de nosotros. Eso fue feísimo porque tenías una incertidumbre de dónde te derivaban o qué hacían con vos. Encima él gritaba y decía: “¿Qué hago con toda esta gente? ¿Qué les adjudico?”. Muy abiertamente, como para que nosotros lo escucháramos.
Así estuvimos siete/ocho horas hasta las 2:30 de la mañana que nos dan la libertad. Siempre sentadas en el móvil,
sin comunicación, sin poder beber una gota de agua. Continuamente con el verdugueo de que “ahora van a ir a parar un calabozo”.
-¿Cómo fue el momento de la liberación? ¿Te quedó alguna alguna investigación en curso?
Cuando me ponen por segunda vez los precintos, me los colocan mal, entonces logro desprendérmelos. Me pongo a mandar mensajes a toda mi familia de dónde estoy, a me van a derivar y les paso la ubicación en tiempo real. El abogado de la organización (fundación) me dijo que iba a estar esperándome afuera, que estaba para lo que necesitara.
Hoy por hoy tenemos un grupo de nueve mujeres, las mismas que estuvimos pasando por todo esto y estamos al tanto de poder ir juntas para cualquier medida judicial. Queremos ir juntas, de ahora en adelante, a lo que la justicia nos pida. Así que estoy en contacto con todas
-Probablemente la marcha del miércoles que viene (19 de marzo), a partir de todo lo que pasó el miércoles pasado, puede que sea mucho más convocante, ¿vas a asistir? ¿Qué es lo que tenés previsto?
A mí sí algo me quedó muy triste y no me lo puedo sacar de la cabeza: es un momento en el que al estar todos los móviles en el patio de una ventana a la otra mis compañeros (digo mis compañeros por todos los que estábamos en ese momento), se preguntaban si estaban bien. A mí si algo me identificó mucho en la vida política y en la militancia fue la Noche de los Lápices y esto se parecía, me hizo llorar, me hizo muy mal porque ellos se preguntaban de una ventana a la otra si estaban bien, se decían su nombre y su apellido a ver si estaban ahí, si estaban golpeados, si estaban bien. Se gritaban: “Carolina, vos estás bien?”, “Carolina, ¿vos estás acá?, soy Matías. ¿Estás acá?”.
Respecto a lo del miércoles, sí, yo voy a seguir yendo porque a mí no me doblegaron. Creo que es una causa justa. Mi papá es jubilado, muchos abuelos de mis amigos son jubilados. Veo qué es lo que cobra mi papá y lo que eso le alcanza. De ninguna manera voy a dejar de ir a las manifestaciones porque me hayan reprimido. No me doblegaron. Me llevo momentos dolorosos pero eso no me impiden ir. Al contrario, me da mucho orgullo, no me arrepiento de haber ido.