by Sabrina Garcia | 13 septiembre, 2015 12:03 am
Hace 55 años que viene enseñando secretos de la construcción naval en la misma escuela de San Fernando en la que se formó como técnico y en la que desarrolló su inquebrantable vocación docente.
El maestro Fernández es la identificación más precisa que sus alumnos y quienes hace tiempo dejaron de serlo, le dan a modo de reconocimiento al docente que hasta aquí ha formado a dos generaciones de técnicos navales en la escuela de San Fernando en la que recaló en 1961, tras haber ingresado como estudiante diez años antes, con el proyecto de quedarse tan sólo unos meses.
Sin duda, ese debe haber sido uno de los pocos cálculos fallidos en su vida profesional, ya que Alberto Juan Fernández, quedó afincado en ese establecimiento del cual, el astillero donde se realizan las prácticas de la Escuela de Educación Técnica número 2, lleva su nombre. Ese anexo está rodeado de astilleros que pertenecen a técnicos que aprendieron con Fernández los secretos de la construcción naval, en un ámbito en el cual el docente de esta historia volcó pasión y sacrificio.
“Siempre aclaro, porque no quiero que se ofendan los maestros que se formaron como tales, que yo soy un docente injertado pero la verdad que hoy siento que la escuela es mi hogar y este trabajo es el que me da satisfacciones todos los días”, afirmó Fernández. Lo de injertado viene a cuento porque se graduó como técnico constructor naval en la escuela donde hace 55 años dicta clases formando profesionales y también docentes, pero en la que entró por la propuesta que le hizo un ex profesor y que le llegó en un momento singular.
“Ni bien egresé de la escuela, al día siguiente empecé a hacer el Servicio Militar en la Prefectura Naval, donde estuve más de dos años y en la que afortunadamente me tocó el área de refacción de barcos”, recordó.Fernández, de 77 años.
Cuando terminó esa etapa, se asoció con un compañero para fabricar lanchas de plástico, que por esos tiempos empezaban a reemplazar a las construidas en madera. Paradójicamente, la empresa naufragó. Medió la mano de un ex profesor suyo, Roberto Sánchez, quien enterado de la situación le propuso a Fernández ingresar a la que había sido su escuela, ahora como maestro de taller, en la que era su especialidad.
Pero en el medio, el maestro Fernández compartió esa actividad con otro desafío importante: durante doce años fue el director de la Escuela Media 7 que funciona en las unidades penales 21 y 41, en Campana. Allí también disfrutó mucho de su trabajo porque, afirmó, “las escuelas son iguales en todas partes, lo diferente es que el docente debe aceptar al universo escolar”.
La segunda vez que se quedó dormido manejando cuando iba de San Fernando a Campana, sonó como una alarma que lo invitaba a dejar esa responsabilidad.
El viernes pasado, Día del Maestro, no faltaron los saludos para Fernández. “Los que antes eran llamados, ahora son mensajes de texto”, apuntó frente a la modernidad quien insiste en que como no procede del magisterio, no quiere molestar a los docentes de raíz con un título que no le corresponde. No obstante, una de sus hijas se jubiló el año pasado como directora de escuela en las islas y otra de ellas, se desempeña como maestra jardinera, prueba palmaria del perfil genético paterno que confirma, además, que aquel injerto realizado en 1961, prendió de la mejor manera.
Fuente: Sergio Tomaro para Diario Popular / Foto: Cora Surraco
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