by Sabrina Garcia | 30 noviembre, 2015 12:02 am
Séptima edición. Unió el Dique 4 de Puerto Madero con Vuelta de Rocha. Profesionales y amateurs, con distintos tipo de embarcaciones, buscan generar conciencia sobre la situación de la cuenca.
El cielo despejado dio el marco perfecto para una nueva edición, la décima, de la Remada x el Riachuelo, a esta altura un clásico en el calendario recreativo de la Ciudad. Como todos los años, el encuentro estuvo organizado por la Fundación X La Boca y por la Federación Metropolitana de Remo, con el objetivo de generar conciencia sobre la situación del a cuenca.
La Banda de Prefectura recibe a los participantes y hay grupos de boy scouts colaborando con la organización. Pasadas las 9, la mayoría de las embarcaciones ya están acomodadas junto al muelle del Dique 4 de Puerto Madero y los más ansiosos empiezan a calentar los músculos. Se trata de una convocatoria abierta a remeros experimentados y a los más nuevitos, y acepta todo tipo de “naves”.
Más allá de los tradicionales bote de remo, kayaks, sup, vaá, falúa y canoas, el que da la sorpresa es Daniel Scarinci, un vecino de San Fernando que se animó a completar la travesía en un bote ecológico, armado íntegramente con botellas de plástico recicladas.
Minutos antes de las 10, los remeros ya están acomodados a la altura del Puente de la Mujer, el punto de largada. La orden llega por altavoz después de una cuenta regresiva y parten a recorrer los nueve kilómetros que los separan del destino.
Los remeros encaran por el interior de los diques hasta Cuatro Bocas. Desde las lanchas los acompañantes arengan y aprovechan para descubrir “la parte de atrás” de la Ciudad. Los megaedificios de departamentos y oficinas, las macetas en los balcones, los vecinos que aprovechan la mañana soleada para salir a caminar, correr, pedalear o rollear.
Al girar en la Dársena Sur aparece el casino flotante y enormes pesqueros amarrados a un lado y al otro. Hay bandadas de biguás que sobrevuelan, elegantísimas garzas y para compensar algunos bagres que se asoman a la superficie.
Hay una parada simbólica a la altura del Transbordador Nicolás Avellaneda (el clásico puente de La Boca), antes de tomar el Riachuelo aguas arriba hasta Avellaneda. El agua se vuelve más oscura pero casi no se ve basura flotando. A la izquierda está la Isla Maciel, y en la caravana se “cuela” alguno de los botes de sus habitantes.
Al llegar a Avellaneda, una parada técnica que tal vez sea la que más interés despierta entre los participantes. Porque en el Club Regatas local espera la tradicional choripaneada, y medallas y remeras y premios y un show musical.
El regreso es por Vuelta de Rocha y a lo lejos se detectan los colores emblemáticos de La Boca, Caminito, las barracas Peña, Merlo, Espada. La cuenca Baja del Riachuelo también cuenta la historia de Buenos Aires.
Fuente: Clarín
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