Presentación del libro Socios Eternos: “Me hizo recordar el tiempo en que éramos felices”

En el Centro Cultural el Rancho de la Carpincha, ubicado en Tigre, y organizado por la Comisión por la Memoria, Verdad y Justicia de Zona Norte, se llevó a cabo la presentación del libro Socios Eternos de Julián Scher.

Socios Eternos es el resultado de una jornada emotiva, ocurrida el 7 de diciembre del 2021, cuando amigos y familiares recibieron el carnet socios eternos de Racing Club. Se trata del reconocimiento a 46 detenidos y desaparecidos de la última dictadura militar.

Tras un trabajo de investigación del autor del libro, Julián Scher, y la iniciativa de un grupo de hinchas, 46 desaparecidos recibieron el carnet de socio eterno con el número 30.000, como muestra de reconocimiento y reivindicación.

La presentación del libro contó con la presencia del autor, Julián Scher; Graciela Villalba, hija de Mauricio Villalba e integrante de la Comisión por la Memoria, Verdad y Justicia de Zona Norte; Marcos Cianni, director de Deporte Social de la Provincia de Buenos Aires; y Sabrina García, periodista.

Finalizado el encuentro el propio autor del libro hizo un posteo que recrea lo que ocurrió durante la presentación:

“Ya lo dijo Messi: no existen las casualidades. Graciela confiesa que Mauricio Villalba, su papá, estaría cumpliendo 92 años. El carnet de socio eterno de Mauricio está junto al de César Nieto y al de Olga Ana Cepeda. Los tres rostros que iluminan el centro cultural en Tigre donde la memoria juega de local. ‘Todo esto me hizo recordar el tiempo en que éramos felices’, desliza. La miran dos nenes azorados. La periodista Sabrina García le acaricia el hombro. Sabrina ya leyó el texto de Socios Eternos que tiene como protagonista a otra Graciela, Graciela Nieto, la hija de César Nieto. Alguien susurra que esto es seguir reparando.

Julio está sentado en la primera fila. Pide la palabra y recuerda que Álvaro Cárdenas, otro de los 46 socios eternos, gritaba ‘Viva Racing’ cada vez que iba a ser torturado. Se hace un instante de profundo silencio. El pasado retorna al presente pero en formato de lucha. Eso sostiene Marcos Cianni mientras detalla en qué consiste el programa provincial Deporte y Memoria. ¿O acaso la miseria planificada que denunciaba Rodolfo Walsh es distinta a la de estos días? ¿O acaso al capitalismo le nació en este medio siglo algún rostro humano? Los pibes de los barrios pelean contra el gatillo fácil como si nada cambiara.

Pero Cachito, del barrio Santa Catalina de Virreyes, rompe los esquemas de la desesperanza. Se para delante del público y cuenta. Cuenta que hicieron cloacas, casas y siluetazos donde el neoliberalismo pretendía sembrar mierda. Y que en un siluetazo se enteraron de que Mauricio Villalba era del mismo barrio que ellos. Y que entonces le pusieron Estadio Mauricio Villalba a la cancha del 8 de octubre, el club que fundaron para que el fútbol empezara a ejercerse no sólo como pasión sino como derecho humano. Y que por eso decidieron regalarle a Graciela, la hija de Mauricio, una camiseta del 8 de octubre con el 10 en la espalda. Se la dan ahí mismo: los clubes, nuestros clubes, en el corazón de la memoria.

Si, como sentenció Messi en esa ronda inolvidable, no existen las casualidades, lo que queda es seguir creyendo que un mundo mejor, de Mauricio a Cachito sin escalas, no sólo es posible sino, sobre todo, necesario”.

Graciela se lleva su camiseta del Club 8 de Octubre, ese mismo que hace un año atrás fue inaugurado y que el campo de juego lleva el nombre de su padre. Porque la historia los atraviesa, Mauricio, vecino de Virreyes también tenía un equipo de fútbol y trabajaba para que los pibes del barrio tengan un lugar en donde practicar deporte.

Mauricio, que cada día tomaba el colectivo con rumbo a Tigre para trabajar en Astarsa, fue una de las víctimas del genocidio argentino. Él tenía 46 años y su hija, Graciela tenía 21. Desde aquel momento su vida se transformó en lucha, primero por encontrarlo y luego para que se lo recuerde. Hoy, con su carnet de socio eterno en la mano dice que este reconocimiento le permitió recordar a su padre sentado en el sillón mirando los partidos de Racing, las charlas mientras escuchaban el  relato en la radio y con ello, “momentos felices”.