by Sabrina Garcia | 23 enero, 2017 12:01 am
Por Camila Rodríguez
Pedro Hasperué es el ideólogo de La Musaranga. Desde su bicicleta, pateando los pasillos del barrio San Roque nació una de las expresiones populares más importantes de la zona norte. En esta entrevista cuenta sobre los inicios y el presente del grupo.
¿Cuándo nació La Musaranga?
Todo empezó en el barrio San Roque hace como 30 años. Empecé de casualidad, a terminar unos talleres con chicos que habían empezado unos franceses que estaban en Argentina haciendo talleres recreativos. Yo había empezado con la fotografía, cuando el hermano de un compañero mío de la escuela técnica, me pregunto si podía terminar con los chicos. Yo nunca tuve experiencia con eso, pero acepté. Después me quedé un año más, me quedé otro año más, y así. Nunca tuve experiencias con pibes, al principio era ir a completar algo.
¿Cómo desarrollaste un taller que en comienzo no era tuyo?
Me fui quedando varios años y pensé en cómo trabajar con los chicos por fuera de la estructura de un taller en un barrio, que era los martes de 6 a 8. Entonces armé un elenco de titiriteros chiquito, e hicimos el día de la madre, el día del niño, dentro del barrio. Después fuimos a una plaza, pasamos la gorra, con los chicos del elenco del títere. Seguimos en el apoyo escolar de San Jorge, y después armamos unos juegos de kermes para que también haya más chicos además de los que iban a ver los títeres, para que vengan a manejar los juegos de kermés. Y se fue armando la kermés. Cuando me di cuenta años después, estaba hecha con cosas recicladas.
Cuando arman estas cosas ¿Primero ves el material o tenés la idea en la cabeza y vas buscando los materiales?
Son las dos cosas a la vez. A veces vengo con la bici del trabajo, y justo estaba buscando algo y lo encontré. O quizás no venís pensando en eso, encontrás por ejemplo una horquilla de bicicleta y la guardás durante meses, años y después sirve. Pasan las dos cosas a la vez.
[1]¿Cómo surgió el nombre?
En el lugar donde un amigo me prestó una soldadora eléctrica cuando yo todavía no tenía una, había un diccionario lunfardo uruguayo-argentino y ahí encontré la palabra. Me gusto cómo sonaba, y después busqué su significado. Quiere decir un gesto sobreentendido con la cara, un guiño. Hacer una musaranga es como hacer un guiño, un gesto con la cara.
¿Ves un cambio en esos chicos?
Si. En realidad lo que pasa es que uno también cambia mucho. Yo creo que es un trabajo tan profundo, en medio de tanta necesidad. El primero cambiado es uno. Por su modo de vida, por sus preocupaciones. El cambio profundo lo vas viendo con los años. La Musaranga la hicimos hace muchos años, y se fueron mezclando las distintas formas de ver.
¿Son todos chicos de ese barrio?
Está mezclado ahora. Enseguida se mezcló la gente del grupo.
¿Cualquiera puede participar?
Si… orientamos el trabajo en el sentido de lo popular. Nos interesa mucho que el crecimiento nuestro no sea: “Mirá, no sé si podés entrar”, sino al contrario. Que esté abierto para todos, construyendo una carpa de títeres y marionetas en solidaridad, con valores de trabajo, que está muy arraigado a nuestro pueblo.
¿Crees que parte de tu trabajo también es inculcar buenos valores a los chicos?
Están los valores. Yo aprendí un montón de ellos. Hubo cosas de mi casa, y aprendí mucho en San Roque también. No digo “mi casa es una hermosura y en el barrio no hay nada”. Siempre es un promedio que vos vas haciendo si estas atento. Porque si no estás atento decís “en el barrio no hay nada”. Hay un montón de amor, de cariño, de valores. Hay vidas más difíciles, mucho más difíciles, de sortear y poder hacer cosas, pero están todos los valores.
¿En la kermés hay niños y adultos o solo niños?
Si pasás por la kermés ves desde grandes hasta chicos. Hay un chico que es el hermano más chico de un compañerito nuestro del San Roque. Tenía 4-5 años en ese momento. Estuvo con nosotros y pasaron los años, dejó de venir, y ahora volvió hace un mes. Es para cualquier edad en realidad porque el tipo de armado tiene actividades como pintar carteles, armar muñecos, reparar, cortar madera, cualquier cosa que quieras hacer va a estar. Hay de todo para hacer, y es un tipo de armado amplio. Mi vieja tiene 82, y con dos amigas del barrio son las costureras. Otro veterano de 80, Jorgito, hace ciclo de cine con nosotros. Una vez por mes pasamos películas. Don Roberto hace encuadernación, tiene 80 también. Con los más chiquitos que vienen, pintamos los cohetes, juntamos latas. Hay trabajo muy sencillo, muy complejo y si te sumas, elegís que es lo que más te gusta y lo podés desarrollar. Si te gusta encuadernar, empezás a encuadernar y aprendés el oficio.
¿Es un trabajo individual tuyo o reciben apoyo para esto?
Es una ida y vuelta. Hay una cosa entre lo individual y lo colectivo que va y viene entre nosotros que es lo que nos hace hacer esto. Es decir, la kermes de la Musaranga es una cosa por fuera del municipio. Es independiente por decir así. Pero trabajamos con los municipios, nos llaman, nos contratan… y con la carpa andamos pidiendo permiso para poder enchufar y pasar la gorra. Ahora estamos pidiendo permiso en San Fernando para ver si nos dejan. Nos llama la gente de Almirante Brown, de Escobar.
¿Van siempre los mismos?
Son más o menos siempre los mismos. Siempre alguno trae un amigo, una amiga. Es difícil a veces, pero tenemos una línea de trabajo, y la gente se va sumando. Nosotros crecemos en compromiso porque, por ejemplo, tenemos un colectivo, y alquilamos una casa entre todos. El esfuerzo grupal lo metemos a un fondo en común y bancamos la casa para poder seguir haciendo. Y eventualmente si algún compañero tiene dificultades de trabajo, dificultades con arreglos de la casa, estamos siempre nosotros, atentos a eso.
¿Los juegos de la kermés no tienen tiempo?
Tengo una anécdota respecto a eso. Un año tuvimos un stand en la feria del libro infantil, y vinieron unas periodistas y me dijeron “mira, te venimos a hacer una nota porque los dos stands más visitados de la feria fueron el nuestro y un simulador de vuelo de avión por computadora, de última tecnología, ¿Cómo puede ser, si son dos cosas tan contrarias? Entonces le respondí: “Lo que pasa, me parece, es que en tu pregunta está la respuesta pero vos me estás preguntando. ¿Qué me estas preguntando de La Musaranga? ¿Cómo cosas viejas –que vos supones que son de museo- están vivas?” Me acuerdo que tenía una camisa con bolsillo, de donde saqué un lápiz, y le dije: “Yo con este lápiz hago los planos y esto también es tecnología. Este lápiz es tecnología. No lo pongas como antagónicos. Ahora preguntate vos por qué son visitados”. Yo le decía las que tenían el problema eran ellas que decían que esto es de museo y que cómo va a estar atrás de los chicos. Si vos ves bien no es un museo, está vivo. Te repreguntarías otras cosas.
¿Qué es lo mejor que te llevás de todo esto?
Siempre es el amor, no las cosas. No sé cómo decirte. Es decir, uno podría saber hacer todo esto y no haberlo hecho. O lo podés armar solo… lo mejor es el cariño por la gente. Hay una cosa que yo nombro a veces, que también me di cuenta con los años. Yo me crié en una casa peronista con esas cuestiones de barrio y comunidad muy naturales. En mi barrio funcionaba un club de fútbol infantil, mi casa siempre fue un quilombo lindo, gente, familia, asado de fin de año. Sin querer la estructura de La Musaranga tiene algo de eso de que todos se suman. Hay criterios, hay trabajo, hay mucho esfuerzo, eso creo que es un ingrediente de la casa de mis viejos, también sustancial.
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