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Osvaldo Barros: “Volver a este lugar me resulta conmovedor”

Osvaldo Barros: “Volver a este lugar me resulta conmovedor”

Por Sabrina García

Al cumplirse 40 años de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a nuestro país para investigar las denuncias contra la dictadura por violaciones a los derechos humanos se señalizó lo que se conoció como el ‘patio trasero de la ESMA”, la Quinta El Silencio. Hasta allí trasladaron a los detenidos para ocultar el horror.

Osvaldo Barros fue uno de esos sobrevivientes. Junto a su compañero, Susana, estuvieron secuestrados seis meses, primero en la ESMA, luego en la isla, para volver nuevamente a la ESMA. Él fue uno de los detenidos que vivieron en condiciones inhumanas en lo que se conoce ‘la casa chica’ de la “Quinta El Silencio”.

“Estábamos tirados en colchonetas, uno al lado del otro. Éramos 15. Cada tanto nos sacaban para tomar aire”, recuerda Osvaldo mientras recorre el predio en donde estuvo secuestrado un mes. El piso era de tierra, apenas un nylon debajo de la colchoneta para que la humedad no los toque. “Hacía frío”, dice parado al lado de la casa donde vivían los marines, abajo, entre los pilotes que sostienen la construcción estaban alojados ellos. El lugar le llega a la cintura, para ingresar es necesario hacerlo en cuclillas y es imposible estar de pie.

“Vine dos o tres veces. Fui uno de los que descubrió la ubicación del Silencio. La ubicación se conocía pero había quedado del año 84/85 pero había quedado enterrada en los miles de fojas del Juicio a las Juntas. Cuando se reanudaron los juicios en el 2006 no se sabía, no había ningún dato de donde estaba ubicada. Hace unos cinco o cuatro años atrás una escritora argentina que tiene una casita en la isla nos hizo reportajes para sus libros y le mencionamos el tema de la isla. Ella se lo comentó a una isleña y ella le respondió: ‘Sí, yo sé donde está'”, comenta Osvaldo sobre el lugar de cautiverio.

Y agrega: “Con la escritora, Patricia; la isleña, que se llama Marta y tiene una pequeña fábrica de cortinas de mimbre; y cuatro sobrevivientes de la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), Cachito Fukman, Carlos “Sueco” Lordkipanidse, Roberto Barreiro y yo fuimos hasta la isla, además los 4 habíamos estado en la quinta en 1979. Reconocimos el lugar y lo informamos en la parte tres del Juicio a las Juntas. Que debe haber sido en 2014/2015 en donde declaramos en la Mega Causa ESMA e insistimos sobre la existencia de la isla. A partir de ahí vino el juzgado de instrucción. Vinimos después con el Tribunal Oral del Juicio a reconocer la isla y volví unas dos veces más porque nos invitaron de una escuela, que está ubicada a unos mil metros una escuela, la directora, conociendo lo que había pasado nos invitó a dar una charla y fuimos”.

Sobre su presencia en la escuela y en contacto con los vecinos, Osvaldo sostiene que le sorprendió que “los padres de los alumnos y los vecinos que vinieron a escuchar la charla sabían de la existencia de la isla pero nadie hablaba. Lo mismo que nos había dicho Marta, la isleña: ‘todo el mundo sabe pero nadie habla. Eso fue por temor, por miedo’. A mí me explicaban los vecinos ‘acá, la prefectura la tenemos al lado. La vemos tres veces por semana. No podemos abrir la boca'”.

-¿Sabe desde cuándo esta quinta lleva por nombre El Silencio?

-Siempre se llamó El Silencio. Sí, es muy significativo.

-¿Qué recuerda de la primera vez que volvió?

-La primera vez que fui fue…todas las veces fueron conmovedoras. Hoy mismo me quebré (carraspea para que la voz no se le quiebre) porque vi los nombres de los compañeros que habían estado secuestrados con nosotros acá en la isla y están desaparecidos.

-Mientras estuvieron secuestrados en la isla ¿Cuáles son los detalles que más recuerda?

-Las malas condiciones, los olores, el nerviosismo de los compañeros, que se enfermaban porque habían tomado agua del río, que tenían dolencias, todas esas cosas. Muy malas condiciones de salubridad, de higiene, de comodidad, porque estábamos tirados en la colchoneta, no podíamos ni pararnos.

-El día del traslado de la ESMA a El Silencio ¿Cómo fue? ¿Qué sensaciones tuvo?

-Fue un día como hoy. Era el mismo día en que el seleccionado juvenil de fútbol, con Maradonna y el Pelado Díaz, salieron campeones mundiales en Japón. Cuando nos estaban sacando de la ESMA los guardias escuchaban el partido por la radio.

No sabíamos a dónde nos llevaban. Nos habían dicho ‘quédense tranquilos que los vamos a llevar a una isla porque viene la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)’ pero bueno eso no era para confiar demasiado. Ya estaban las denuncias de que la ESMA era un campo de concentración y venían a hacer una inspección. Nos explicaron eso, pero el miedo fue tremendo, no sabíamos qué podía pasar, si era cierto o no.

-¿Cuánto tiempo estuvo detenido en total?

-Seis meses. En la ESMA, en la isla y volvimos a la ESMA, junto con mi compañera, Susana. Hacía pocos días habíamos sido secuestrados, fuimos secuestrados el 21 de agosto y estuvimos hasta febrero de 1980.


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