by Sabrina Garcia | 12 enero, 2015 12:01 am
Por Sabrina García
Llega puntual a nuestro encuentro. En una mochila tiene una carpeta con papeles ordenados, los mismos que tuvo que aprender a decodificar para poder hablar el mismo lenguaje que utiliza el Poder Judicial. No lo hace de gusto, en juego está el futuro de sus ocho hijos.
Esta es la historia de una mujer de Virreyes que busca recuperar a sus hijos. Ellos se encuentran en un hogar dispuestos allí por orden judicial. Es una historia cruzada por violencia, marginalidad, vulnerabilidad, un Estado que primero está ausente y luego juzga y castiga. Es una historia de amor, de sufrimiento, derechos, de angustias y miedos.
Para preservar la identidad de los menores que aparecen mencionados en la entrevista, los vamos a nombrar por sus iniciales: “El” (14 años), “Lo” (11 años), “Lu” (9 años), “La” (7 años), “A” y “E” son mellizos (4 años), “M” (3 años) y “V” (2 años).
¿Por qué no estas con tus hijos?
En el 2011 la Justicia me saca a mis hijos durante un año y ocho meses. Fue por un abuso a una de mis hijas, en ese momento “Lu” tenía 6 años.
Ella fue abusada, no hubo violación. Fue un contacto de su miembro con el miembro de mi hija.
Yo le descubro condilomas acuminados (dice y se refiere a una enfermedad de trasmisión sexual que deja lesiones visibles).
¿Se supo quién fue?
No porque la nena no habló. A él (se refiere a su marido y padre de sus hijos) y a mi se nos hizo un estudio para ver si éramos compatibles con el virus y salió que no.
Entonces, ¿Por qué les sacaron a sus hijos?
Él era violento, no se sabía quién había sido, podía estar en nuestro entorno familiar. Por eso nos pusieron una medida de abrigo (*) para protegerlos.
Para recuperarlos tuvimos que hacer un tratamiento, pericias psicológicas, tratamientos psicológicos. Yo me encargaba de sacar los turnos, de decir ´vamos´. Mientras tanto teníamos visitas con los chicos, una vez por semana los podíamos visitar.
Nosotros éramos violentos con los chicos. Fui a un taller de padres donde me enseñaron a hablar en lugar de ir al golpe, a poner límites sin maltrato, sin gritar, sin violencia.
En ese momento separaron a los chicos para evaluar qué paso. ¿Se supo quién fue el abusador?
No. Nadie supo qué paso. Yo dormía con mis hijos. No quería dormir con mi marido y dormía con mis hijos. Y después iba al jardín.
Estando en el hogar, “M” que tenía en ese momento un año y medio, cayó internado por un neumotórax. Estuvo muy grave, casi muere pero en ese momento me permitieron cuidarlo. Como me permitieron cuidarla a “Lo” el año pasado cuando se accidentó estando en el hogar en un accidente de tránsito.
Te los devuelven en julio de 2013 ¿Qué pasó a partir de ese momento hasta marzo del año pasado?
No teníamos controles, tal como los había pedido la jueza, el servicio social ni apareció por mi casa.
En diciembre mi marido vuelve con los actos de violencia. Yo lo denuncié porque me había dicho que le informara a la psicóloga si había situaciones distintas, si algo se modificaba. Le comenté a la psicóloga que estaba violento, que no iba a trabajar, que los chicos pasaban necesidades. No me hicieron caso.
¿Qué pasó en marzo?
Mi hija “Lo” fue violada por su padre, anal y vaginalmente (dice y lo ojos buscan la fuerza que necesita para continuar hablando sin quebrarse). Según la Justicia yo no sé cuidar a mis hijos porque tardé nueve días en darme cuenta que la nena había sido violada, que era cómplice.
Él era violento, me pegaba a mi y a mis hijos. No quería dejarlo solo con mis hijos. Una mañana me fui dos horas a ANSES para hacer los trámites por la Asignación Universal por Hijo, tenía que presentar las libretas sanitarias de ellos. Apenas llegué, los chicos estaban desayunando y les pregunté ¿todo bien?, dudando de que les haya gritado o pegado. Todo bien me dijeron y pasó. Eso fue el 10 de marzo del año pasado.
Después de eso, “Lo” cada vez que él se iba a trabajar comenzaba a demostrar sus síntomas.
¿Qué significa mostrar sus síntomas?
Caminaba con dificultad, no podía sentarse, mostraba dolor (comienza a relatar y la voz se le corta). Le preguntaba que le pasaba y me decía que nada, hasta que un día me enojé y le dije que le iba a bajar la ropa para ver que tenía. Era el 19 de marzo. Creí que era un forúnculo, jamás pensé que la hubiera violado. Tenía miedo en salir de casa por miedo a que les pegue y me los mate, por eso estaba siempre con ellos.
¿Qué te dijo?
Me dijo, tengo lo mismo que “Lu”. Papá me bajo el pantalón y la bombacha y me hizo las cosas que hacen los grandes. Me dijo que no dijera nada porque me iba a matar.
Le bajé la bombacha para mirarla, te juro que no podía ver, se me nublaba la vista, veía todo gris. La llevé a lo de una tía de él, le conté y le pedí por favor que la revise. Me dijo: llevala al hospital porque tiene una infección.
¿La llevaste al hospital?
No fui al hospital, fui directo a la comisaría. El forense le hizo preguntas y después la revisó, me dijo que no podía creer que siga en pie la nena si estaba toda rota (se quiebra en llanto).
Nos derivaron al hospital, comenzaron a hacerle estudios. Me pidieron que lo llame para saber a qué hora volvía a mi casa y me llevaron nuevamente a la comisaría a hacer la denuncia. Me fui con un patrullero a buscar a mis hijos a casa y nos cruzamos con él que venía con otro patrullero.
En casa, los chicos lloraban, relataban que lo había tirado al piso a su papá. El nene de tres años me decía: “mamá, lo mataron a papá”.
Los llevé al hospital y les hicieron pericias para ver si ellos también habían sido abusados o violados.
Se presentó la Directora del Servicio Social (**), Mónica Nuñez y se los llevó.
¿Cómo era tu vinculación con el Servicio Social?
Hasta ese momento bien. Estando en el hospital me informaron que los chicos entraban nuevamente con una medida de abrigo y que volvían al mismo hogar. Que los iba a poder visitar.
Los lleve hasta el hogar y esa fue la última vez que los vi (19 de marzo).
El mismo día te enteraste de la violación, lo denunciaste, atendieron a tus hijos y te los sacaron. ¿Cuándo los volviste a ver?
El 25 de agosto. En el medio fue el cumpleaños de “Lu” (la nena que había sido violada) y no me dejaron verla. Me pusieron custodia para que no me acerque a ellos.
El papá de los chicos se suicidó en la cárcel y su familia prendió fuego mi casa.
Dos días después de poder verlos, ¿Qué le pasó a “Lu”?
El 27 de agosto, según me cuenta la celadora, estaban en la calle. Un auto le chocó el brazo, perdió estabilidad y cayó al suelo, golpeando fuertemente su cabeza con el cordón. Tuvo fractura de cráneo.
Estuve un mes con ella mientras estaba internada en el hospital. Desde el servicio social no vino nadie a “controlar” como era yo como madre, supuestamente no podía acercarme a mis hijos porque no cumplo bien mi rol y en ese momento no apareció nadie. Solamente me acompañaron desde el Hogar, porque entendieron que era un momento muy difícil para mí.
¿Cómo es tu relación con la gente del Hogar?
Es buena. Me acompañan un montón.
¿Quién y cómo te informan que podés ver a tus hijos?
Yo visitó todas las semanas a mi abogada (defensora pública)para insistir si hay noticias. Me llega una notificación o me llaman al celular los del servicio social.
Un día mi abogada me dice, hay revinculación pero va a ser supervisada, te van a controlar lo que decís y lo que haces. Me dijeron que me iban a armar un plan para coordinar que decir en el caso de que los chicos pregunten.
¿Los chicos saben que su papá se suicidó?
No, saben que se murió por una falla en el corazón.
¿Cuándo fue esa revinculación y qué pasó?
Fue el 25 de agosto. Los del Servicio Social (dependiente de la Municipalidad de San Fernando) me cambiaron la psicóloga y no me dijeron que podía decir o no a los chicos. Apenas los vi, ellos me preguntaron por la muerte de su papá, por el incendio de nuestra casa. Yo la miraba a la psicóloga y le hacía gesto de que me diga qué decir.
¿Cuál es la función que cumple la psicóloga del Servicio Social?
Está para acompañar al grupo familiar y en especial a “Lu”, pero mis hijos estuvieron cinco meses sin psicóloga. Los visita una vez cada quince días y grupalmente. Según la Dra. Nuñez (Directora del Servicio Social) no hay psicólogos en el municipio para atender a mis hijos.
Mis hijos están con una medida de abrigo que debería extenderse hasta siete meses. En la primer medida de abrigo estuvimos un año sin saber qué abogado nos correspondía, que psicólogo, que tratamiento familiar teníamos que hacer. Tardamos un año y ocho meses en recuperar a nuestro años.
Ahora, con la violación de “Lu” están así (dice y chasquea los dedos señalando rapidez). ¿Por qué será? (se pregunta), ¿será que desde un principio los quieren dar en adopción?.
¿Los chicos están en listado para ser adoptados?
No, porque la jueza todavía no lo firmó pero se pide la adopción desde el primer día.
¿Quién lo pide?
El Servicio Social, la Dra. Nuñez. Se me hicieron pericias psicológicas a mi y a los chicos. Allí dicen que estoy apta para darle amor a mis hijos y que ellos están aptos para recibir amor de mi parte. Sin embargo, hay un informe psicológico que dice que no estoy apta pero que recomiendan la revinculación para que yo pueda desarrollar el rol de madre.
Según la Dra. Nuñez, no puedo desempeñar mi rol de madre porque vengo arrastrando problemáticas desde mi infancia. O sea que por que fui abandonada, abusada, golpeada, maltratada y me junté con un tipo violento no puedo desarrollar mi rol de madre. Tengo ocho hijos, parte de esa violencia fueron testigos, ellos te pueden decir que los maltraté, que los mandé a pedir, que me golpearon y te van a decir que nunca los abandoné. Que siempre estuve con ellos.
Cuando tomé conciencia de esa violencia quise formar una nueva familia, pedí ayuda. En enero fui a avisar de que mi marido se había tornado nuevamente violento, que tenía miedo que nos pasara algo. Empecé a faltar a la psicóloga para ver si les llamaba la atención. Nadie fue a golpearme la puerta, a preguntarme cómo estábamos.
Pasó la violación de “Lu” y resulta que ellos hicieron todo bien y yo lo hice todo mal.
¿Existe la posibilidad de que en febrero, cuando termine la feria judicial la jueza firme la adopción de los chicos?
Si, eso es lo que me dijo mi abogada.
(pone en el celular un video que le pasó su hermana cuando visitó a los chicos. En medio de los festejos del cumpleaños los chicos piden deseos, de manera espontánea uno dice querer volver a estar todos juntos y con mamá, que la extrañan, que falta poco para volver a casa)
¿Te parece que mis hijos no quieren volver conmigo? (me dice). “E” ya intentó fugarse, cree que yo lo puedo sacar del Hogar y no lo saco.
Lo único bueno que tengo en mi vida que son mis hijos ¿me lo van a sacar?. ¿Tengo que quedarme de brazos cruzados y dejar que se lleven la única familia que tengo?. Te reconozco que tuve falencias como madre, que cometí muchos errores, muchas veces pedía ayuda al Servicio Social. Hoy vivo en la calle, no tengo casa, no tengo trabajo y sueño con mis hijos todas las noches.
Vi a mis hijos cantar en un escenario y no pude acercarme a abrazarlos, a besarlos como si hubiese matado a alguien. Tengo que estar pidiendo que por favor me manden una foto para ver como están. ¿Sabes las ganas que tengo de ir al Hogar y entrar a abrazar a mis hijos?. Para mí no hubo navidad, año nuevo, a mi me cagaron la vida.
Me han dicho que yo traumatizaba a mis hijos porque ellos me pidieron ver fotos de su padre y yo en el celular no tengo fotos de él. Te digo más, él fue un hijo de puta, no tenés idea de como nos ha pegado a mi y a mis hijos pero ese hijo de puta fue querido por mis hijos. Es más, una de mis hijas no cree que su papá esté muerto.
Fue un año muy traumático para ellos
Si ¿y sabés qué?, ellos necesitaban mucha más ayuda de la que puedo necesitar yo y en su momento no se la dieron.Le he llegado a decir a mi abogada que pelee por el tratamiento de mis hijos más que por una visita mía. Mi hijo golpea a cada chico, le agarran ataques de ira y rompe todo en su dormitorio, se quiere ir. Si te acercás, él te cuenta de sus sueños, lo que quiere hacer, las cosas lindas que vivimos juntos, con quién le gusta vivir, lo que quiere hacer, lo que quiere estudiar. Eso no se lo enseñó el Hogar, eso se lo enseñé yo.
No me va a alcanzar la vida para pedirle perdón a mis hijos pero no los quiero perder, son mis hijos. No los tuve para que otros los crien. No los amo como los amo para que venga uno y se los lleve.
Según el Servicio Social estoy mal. Por denunciar, por pedir ayuda estoy mal. Por querer evitar algo como lo que pasó estoy mal. ¿Por haber denunciado una violación no puedo ser madre? ¿Por mi pasado no puedo ser madre? Nunca quise que a mis hijos les pase algo de lo que me pasó a mi. Si denuncié y no fui escuchada…
(*) La medida de abrigo es una medida de protección excepcional de derechos, que tiene como objeto brindar al niño, niña o adolescente un ámbito alternativo al grupo de convivencia cuando en éste se encuentren amenazados o vulnerados sus derechos, hasta tanto se evalúe la implementación de otras medidas tendientes a preservarlos o restituirlos.
(**) Servicio Local de Promoción y Protección de los Derechos del Niño, dependiente de la Dirección General de Infancia, Adolescencia y Familia de la Municipalidad de San Fernando.
Nota del autor:
Me vuelvo con angustia e impotencia. Historias que se cruzan, violencias siempre presentes, como naturalizadas.
Hoy conocí la historia de una mujer que por haber nacido donde nació le tocó crecer con violencia: maltratos, golpes, violación y abandono. Eso fue lo que conoció y así lo replicó. En algún momento tuvo una señal de alarma y nadie estuvo ahí para acompañarla. Le tocó volver a revivir la violencia. Sus hijos sin padre, ni madre, presos de un Poder Judicial que dice saber que es “lo mejor para ellos” esperan que que les otorguen nuevas familias, sin sus hermanos, con nuevas historias y sin la certificación de volver a pasar situaciones violentas.
Una madre que busca ocupar su lugar, que lucha contra los patrones que le hicieron crecer y elige que sus hijos tengan otro destino. En ese momento el Estado mira para otro lado. No hay casa, trabajo ni acompañamiento psicológico. Mejor es terminar de destruir, como sumando más violencia a la historia. Verdaderamente cruel.
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