DEPORTES
Los Espartanos son mucho más que un equipo de rugby
Los Espartanos son mucho más que un equipo de rugby. Surgieron en el penal 48 de máxima seguridad de San Martín. Sólo el 1% de los que recuperó la libertad volvió a delinquir.
Eduardo Oderigo no es un técnico más. “Coco”, como le dicen sus amigos, creó el equipo de rugby Los Espartanos, un grupo de 30 hombres que no sólo están unidos por el amor por la ovalada, sino porque conviven en la Unidad Penitenciaria 48 de máxima seguridad de San Martín en la provincia de Buenos Aires. Con su trabajo logró bajar la reincidencia de quienes salen en libertad.
En la Unidad Penitenciaria hay 500 reclusos. “Según las estadísticas del propio penal, el 65% de ellos, al salir, vuelve a delinquir; en los siete años que llevo adelante esta tarea de mi equipo, sólo el 1% reincidió”, explica Oderigo, exjugador del SIC.
Sólo en la provincia de Buenos Aires hay 53 unidades carcelarias, que albergan más de 33 mil presos con las más variadas condenas. Hoy se juega rugby en 18 penitenciarías y en todas ellas el cambio es instantáneo. El programa Libertad desde el Deporte, de la fundación Botines Solidarios, del ex Puma Ignacio Corleto, es otro de los que ayudan a través del deporte a la inclusión.
La iniciativa de Los Espartanos comenzó casi por casualidad en 2009. “Toda mi vida jugué al rugby y al mismo tiempo hice mi carrera de Derecho. Trabajando como abogado fui a visitar la cárcel y me impactó la imagen de los convictos, era muy lejos de lo que veía en el juzgado. Ahí pensé que el rugby sería una buena forma de hacerles las horas y los días más fáciles”, explicó.
La tarea fue más sencilla de lo esperado. Desde el penal no hubo trabas y sólo con firmar algunos papeles Oderigo comenzó a dar clases todos los martes. A la primera se acercaron 10 presos, la mayoría de ellos de los más peligrosos; el número comenzó a multiplicarse con el paso de las semanas. “Empezaron a tener un objetivo, una motivación, se los veía más animados”, contó el DT.
Con el tiempo, el grupo logró tener un pabellón propio, una especie de concentración en donde pudieron llevar adelante los valores del deporte en el día a día. Comenzaron a comer en grupo, a tener un tema en común y hasta tener mejor humor. El equipo entrena en el penal y juegan partidos entre ellos, pero también tienen la oportunidad de salir, siempre siguiendo con los controles de seguridad, y jugar en estadios contra todo tipo de rivales. “No forman parte de un torneo, pero muchas veces son invitados para enfrentamientos especiales”, explicó Nicolás Malagoli, que ayer lanzó un documental sobre la historia de Los Espartanos.
El año pasado, por ejemplo, se enfrentaron a Ensenada RC en la cancha de Virreyes, en San Fernando. Allí fueron trasladados esposados, con custodia policial y en un camión penitenciario, pero en el campo de juego eran libres. En las tribunas no sólo había efectivos policiales, sino expresos y hasta sus familiares. Además, una vez por año se juega un torneo entre todas las unidades penitenciarias en Batán.
Muchos de ellos se afianzaron en el deporte, pero también en la religión; el grupo se junta todos los viernes a rezar el rosario. “Para ellos fue un impacto el darse cuenta de que había gente que podía rezar por ellos”, agregó Malagoli. Y la iniciativa cruzó al Viejo Continente y llegó a los oídos del papa Francisco, quien les mandó un mensaje de lucha y esperanza a través de un video. Los Espartanos son mucho más que un equipo de rugby.
Fuente: Belén Fernández para Ámbito Financiero