OPINIÓN
Liderazgos, poder popular y post-pandemia
Por Pablo Charras*
Mucho se ha escrito y hablado acerca de qué mundo nos espera a raíz de la crisis en que nos ha sumergido la pandemia del covid 19. Hay desde posturas que hablan de una nueva forma de comunismo hasta la idea de que esta crisis traería como consecuencia una profundización de las desigualdades. Con solo revisar la lista de ganadores y perdedores, nos podemos dar cuenta de que las definiciones vienen más por el lado de la mayor injusticia y la mayor desigualdad que por el de una revalorización de una sociedad solidaria y equitativa. Del lado de los ganadores, la industria farmacéutica, los conglomerados de medios de difusión, las agroindustrias, los proveedores de internet y de telefonía móvil y el sector financiero, forman la cara más visible. Y en la contracara, la de los perdedores, encontramos a las inmensas mayorías populares y en especial a los sectores de la informalidad económica y el cuentapropismo.
Sin embargo, desde la perspectiva de nuestra historia como país, hay motivos para pensar en una recuperación más acelerada en comparación con la de otros países de la región. El ejemplo más cercano es el de la crisis de la convertibilidad que estalló en diciembre de 2001 y el de la fragmentación social manifestada entre otros formatos, con el del “que se vayan todos”. En aquella ocasión, a pesar del clima general, había una suerte de solidaridad social subyacente cuya forma más visible fue la de las organizaciones sociales pero que en realidad atravesaba a buena parte de los sectores sociales. Fue gracias a las políticas del Estado, nutridas en gran medida de la experiencia de ellas, lo que permitió salir de aquellas penurias.
Si bien es cierto que actualmente el panorama internacional y las posibilidades que nos brinda el comercio exterior son muy distintos a las de aquellos años, hoy también podemos ver similitudes de otro orden. En ese sentido, el amplio seguimiento de los cuidados de la salud por parte de la población y el liderazgo político que no solo las estableció y promovió sino que además, desde el Estado Nacional inyecta cifras billonarias en el consumo de las clases populares, generan una muy buena plataforma para el despegue.
Para que esto no quede en una simple visión optimista, se deben poner en marcha de manera urgente distintas políticas públicas de mediano y largo plazo basadas en una producción diversa y en trabajo de la más alta cualificación posible. El Gobierno Nacional y el de la Provincia de Buenos Aires vienen dando signos muy importantes en ese sentido. Sin embargo, es necesario hacerlo disciplinando a las fuerzas y organizaciones políticas internas y sin vacilaciones. Hay que, decididamente oponer una contundente ofensiva popular a la ofensiva neoliberal que recurre a la mentira y a la confusión de importantes sectores de nuestra población. Las necesidades populares no admiten esperas. Tanto la crisis sanitaria como la financiera surgida del frente externo y la consecuente negociación por la deuda, son meros hitos en el camino de lo que se debe hacer. Es cierto que funcionan como condicionantes pero no deben motivar más retardos ni mucho menos una marcha atrás en políticas beneficiosas para el país.
Desafíos locales
Hasta aquí, una breve mención del rol del Estado en tiempos de pandemia y de los desafíos actuales a escala nacional y supranacional. Ya profundizaremos sobre ello en otra columna. Pasemos ahora a una escala de mayor proximidad tanto en lo que se refiere al rol del Estado a través de los municipios como a la de la política y de la organización social en general.
Mucho sabemos sobre los problemas irresueltos del federalismo argentino. Problemas que no solo afectan a la relación entre lo nacional y lo provincial, sino también a la relación con lo municipal. Así, los gobiernos locales en las últimas décadas han asumido roles que muchas veces los exceden tanto en sus capacidades de financiamiento como de aplicación. Al involucramiento de los municipios en temas de salud, seguridad y educación, hay que sumarle nuevos desafíos surgidos de la actual coyuntura. El caso del control de precios, fue claramente establecido y difundido. Sin embargo, hay otros de los que poco se habla (y mucho menos se exige) y sobre los que es urgente actuar ya.
Es imprescindible desarrollar políticas de reordenamiento urbano que incluyan, donde sea necesario, la reformulación de los espacios habitados y la relocalización de población. Incluyendo por supuesto, las infraestructuras necesarias. Las grandes aglomeraciones argentinas han sido focos de grandes problemas que la crisis actual exhibe con mayor claridad y contundencia.
Los municipios deben dejar de ser meros actores, aparentemente omisivos, de la gentrificación de los barrios de nuestras localidades. Sabemos que es algo muy difícil de esperar de gestiones involucradas justamente en los negocios surgidos de ese modelo. Sabemos no solo que la especulación inmobiliaria no es vista como un problema por muchos de los poderes locales sino que demás, es justamente la fuente de los negocios que protegen o de los que forman parte. Pero con toda certeza, sabemos que afrontar estos problemas es crucial para pensar en nuestras ciudades de una manera sustentable y la crisis sanitaria, es una clara referencia de lo que se debe evitar o en todo caso, mejor afrontar en el futuro.
En principio, no se trata de asignar más funciones de difícil cumplimiento. Pero sí se trata de aunar en proyectos ejecutivos, las abundantes iniciativas que hay desde la investigación académica con las iniciativas políticas. En ese sentido, los intendentes y los referentes locales en general deben tener un activo protagonismo. Algunos, lo harán desde su matriz de negocios e intereses sectoriales. Otros, oficialistas o no, lo harán desde la búsqueda de las soluciones a los problemas de sus pueblos.
Es urgente que se viabilicen los consorcios regionales ya sean estos desde los oficialismos y sus roles ejecutivos como desde las fuerzas opositoras. Es necesario explorar soluciones a los problemas que no reconocen límites de calles o avenidas y que de tan comunes que son, podrían encaminarse en emprendimientos compartidos entre distintas municipalidades o desde alternativas de gobierno. Algo así como un Grupo de Puebla (que incluye a los oficialismos argentino, mexicano y español y a las oposiciones de gran parte del resto de los países latinoamericanos e inclusive de los progresismos estadounidense y canadiense) pero a nivel de municipios. Algunos, podrán ejecutar políticas y otros deberán formularlas y hacer todo lo posible en convertirlas en oficialistas.
Los liderazgos políticos que asuman definitivamente que a un mundo injusto hay que imponerle el poder popular y que a su vez no pueden actuar de forma aislada respecto de otros liderazgos, deberán ser los que prosperen. Nuestros referentes locales deben actuar en esa línea y, por su proximidad con las necesidades de sus vecinos y vecinas, deben ser articuladores de la solidaridad social que a veces queda subsumida por las grandes luminarias de la política y de la desinformación. La crisis los desafía.
(*) Pablo Charras. Docente. Militante del Frente de Todos.
Estimado Pablo he leido tu artículo y me parece que estás fuera de la realidad, Creo que merecés una explicaciñon más precisa.
En principio tengo 80 años y he vivido en San Fernando más de 30, hace 40 que vivo en Perú pero mis raices las tengo ahí.
Tu hablas de lo que hay que hacer post-pandemia, pero voy a especular con otro escenario; supongamos que el pais quede con un 70% de desocupación, con un 30% de gente en pobreza extrema – con ingresos menores a U$S 1 por día – y con 200.000 locales de comercio minorista quebrados.
En éste estado similar al de Inglaterra post II guerra mundial, el gobernante lo único que puede hacer es prometer sangre, sudor, lágrimas y esfuerzo a su pueblo y éste que ya perdió todo, sólo le queda aceptar o suicidarse. Bueno, no quiero hacértelo dramático, es bastante parecido a lo que tenemos ahora y sólo le queda lo que empezó hacer, con críticas de las abuelas y la Cámpora, concertar con los que invierten para que no se vayan y que vuelvan a invertir. Te comento yo vivo en Peru y hace 10 años se decía que para hacer un puesto de trabajo se requerían U$S 23.000 suponé que haya crear 10.000.000 de puestos de trabajo, habria que invertir 230.000.000.000 dólares (te lo pongo en número para que verdaderamente te asuste). Esta cifra era con valores de hace 10 años , ahora la tecnología ha avanzado y yo creo que se requieren alrededor de 35.000 dólares por puesto.
No se podrá volver a tener lo que tuvimos, se requiere un gobierno, sin grietas, sin ladrones y sin dudas ni murmuraciones, para ello creo que éste traje le queda grande a la clase política actual. Y ojo, que Uruguay que si sabe hacer las cosas, nos está robando a los capitalistas o sea que si no hacemos nada vamos a quedar como Haiti, pero sin ayuda de nadie.
Un abrazo y suerte, cuídate mucho
Anselmo