CULTURA
La Jauría de la libertad pasó por el Club Artesanos del Dique
Por Carlos Sanabria
Los ladridos retumbaron en Zona Norte. El sábado 5 de septiembre la solidez de la banda de Ciro Pertusi se materializó en San Fernando, en donde cientos de mestizos y mestizas se perdieron en una noche que atravesó distintas épocas y sensaciones.
Son casi las dos de la mañana, el show terminó hace rato. La camioneta que carga los equipos de Jauría ya está lista para salir, pero en la esquina unas 20 personas no están dispuestas a irse. Lo esperan a Ciro, ansían una foto, una firma, la oportunidad de cruzar unas palabras con el ex Attaque 77. Por fin las luces del Club de Artesanos se apagan y llega el momento esperado. Sale Pertusi, hay sonrisas, hay pedidos, hay flashes, nacen historias que se contarán al otro día. A pesar de la resistencia de grupos de vecinos, el rock llegó a San Fernando. Ojalá vuelva pronto.
Con la custodia de una bandera wiphala, representativa de nuestros pueblos originarios, y otra del Gauchito Gil, Jauría aportó dos horas de rock a la noche sanfernandina. Los recibió el Club de Artesanos, lugar que ojalá se erija en el conurbano norte como un punto de encuentro para el rock y el punk nacional.
Luego del arranque con “Marcha Imperial”, cientos de mestizos y mestizas con ganas de escapar de su realidad cantaron “No pertenecemos”. El recuerdo de René Favaloro y de que “los buenos mueren” apareció en Western, el primer tema de Attaque 77 de la noche. El convencimiento de que “merecemos algo mejor” pero que a la vez hay que estar atentos porque “alguien más fuerte nos va a devorar” atravesó “Blues del Karma”. Con “Austin”, del primer disco de la banda que también componen Mauro y Sebastián Ambesi y Ray Fajardo, el arranque de Jauría estaba a la altura. Sin embargo, un rebelde molestaría en la primera parte del show. Deshumanizado y sin ningún tipo de tapujos, el micrófono de Pertusi acoplaría orgulloso hasta que el cantante le encontrara la vuelta.
Sin la ayuda de Dios y “sin dudar” la lista continuó con “Y además” del disco Libre o Muerto y con Austin, un himno para los y las orgullosas: “vine así, de fábrica, sin opción, ya lo ves”. Casi como un guiño para el público local sonó “La gente que habla sola”, del disco Antihumano, y la seguridad de que “en cada barrio, cada pueblo, cada esquina en la ciudad hay un corazón partido que no para de sangrar”. A continuación, “Siempre en vanidad” cerró un bloque de letras introspectivas: “Si mi corazón tropieza con tu oscuridad, reaccionaré una vez más y con fuego me iré a purificar para ser libre”.
“Dedicado a los que no necesitan bandera ni himno”, la historia y el presente de los pueblos originarios en la Argentina se vislumbraron en “Indios Kilme”. ¿Acaso no se los sigue extinguiendo? ¿El acampe QoPiWiNi en la 9 de julio no es una muestra de que siguen siendo obligados a marchar para reclamar por sus derechos? “Perfección”, tema que arranca el discazo “Otras Canciones”, también invitó a vincular la letra de Legiao Urbana con la realidad. Se vienen las elecciones, ¿Vamos a celebrar la estupidez humana? ¿Vamos a celebrar la estupidez del pueblo, la policía y la televisión? ¿Las juventudes sin escuela, las crianzas muertas? “En este país parece que hay que callar cada vez más” había reflexionado Ciro antes.
“El poder nuestro es” fue la invitación a viajar a un pasado hermoso que no volverá, cuando un vaso de chocolatada con vainillas era el acompañamiento perfecto para sentarse a ver Dragon Ball Z después de la escuela. “Chicos y Perros” generó el pogo más furioso y el momento de mosh de la noche. Mientras el público coreaba “haz callar el triste llanto, de chicos y perros”, Pertusi gesticuló como si dirigiera una orquesta. El fervor que generó la canción que integra el disco “Ángeles Caídos” hizo que una persona pudiera pasar el control de la valla y subirse al escenario. Sin embargo, no atinó a agarrar el micrófono cual punk narcisista, tan solo aprovechó la ocasión para manifestar su admiración por Ciro y luego bajar.
“Sálvese quien pueda, eso es lo que dicen allí afuera, esa es la consigna de una cultura perdida”. En tiempos en que las potencias de Europa y los Estados Unidos ven las consecuencias sociales de sus intervenciones en Medio Oriente, e imágenes como las del chico sirio Aylan se multiplican, la letra de “Religionaré”, canción escrita por Federico Pertusi en la época que lideraba Romanticistas Shaolin’s, fue a la vez reflexión y canto a la rebelión.
A un año de su muerte, Gustavo Cerati también estuvo presente en la juntada mestiza. Por un lado le fue dedicado el tema “El puente más allá de lo vivido”: “Pero antes de irme sonreiré, y después de todo sonreirás, retomo mi camino… déjame ir, y continuar”. También fue recordado con la canción de Soda Stereo “Prófugos”, que integra junto a fragmentos de canciones de los Redondos y Eurythmics, “Otras canciones”. ¿Cuando se vence el cantito que refleja la imbecilidad de un sector del punk argentino, ese que para revivir a Joey Ramone pidió y pide la muerte de Gustavo Cerati o Mick Jagger?
El clásico “Espadas y Serpientes” fue el último tema del 77 de la noche y el cierre fue con “Jauría de la libertad”. “Les pido una cosa, o se quedan adentro o se van para su casa, por favor no se queden puerteando porque hay vecinos que todavía piensan que el rock es algo malo, ¡el rock va a salvar el mundo!”, fue la despedida de Ciro para su público. Los ladridos libertarios llegaban a su fin, los otros ladridos, los de los conservadores, los de los enojados, no se escucharon. Seguramente quedaron encerrados en sus casas, entre esos muros que los protegen del rock.
Fuente: Carlos Sanabria @hayquearar | Fotos Estefy Bonham para Derrocando a Roca @derrocandoaroca