ENTREVISTAS
La Escuela Popular San Roque presenta un recursero para “recuperar el derecho al juego”
Por Sabrina Garcia y Manuela Herrera
Con el objetivo de que el aislamiento no elimine la presencia, no sólo recopilaron estrategias sino que también realizarán una jornada el próximo sábado para quienes busquen implementarlas. Los educadores que trabajaron en el recursero destacan el valor solidario, la idea de proponer herramientas para poder “construir colectivamente” en medio de la pandemia.
La Escuela Popular San Roque se autodefine como “un espacio educativo que trabaja con pibxs de los Barrios San Roque, San Ginés y Villa del Carmen”. En el contexto de la cuarentena a causa del coronavirus, decidieron armar un recursero, es decir, un compilado de distintas ideas para poder sacarle provecho a las herramientas digitales y continuar en contacto con los chicos a pesar de las circunstancias. Para darlo a conocer el sábado 11 de julio de 17 a 18 hs se llevará a cabo una jornada de juegos. Luego tendrá lugar un conversatorio “al que llamamos ‘cocinatorio’ por esta idea de construir el conocimiento colectivamente”, según cuenta Ailen Goyanes, una de las creadoras de la iniciativa. Ya hay más de doscientos inscriptos y participarán tres referentes vinculados al juego: Mariano Algava, Gabriel Garzón y Diego Larrigaudiere. El evento se transmitirá en vivo por el canal de Youtube de la Escuela Popular.
Link para acceder al recursero
San Fernando Nuestro habló con Nicolás Tamburrino y Ailen “Achu” Goyanes para conocer más en profundidad este proyecto y la situación del barrio.
¿Qué es el recursero y para quién está pensado?
Nicolás Tamburrino: Está pensado un poco para todos los y las que están en educación, en el ámbito social y que trabajan, sobre todo, con grupos humanos. Los que de alguna manera sufrieron la desaparición del espacio de encuentro físico, concreto, cara a cara. Al principio era medio desmoralizante cómo recuperar eso y cómo seguir por otro lado llevando adelante las tareas que llevábamos. Cómo recuperar algo de los vínculos humanos, de lo colectivo, de pensar lo pedagógico con otros propósitos que tengan que ver más con expresar qué te está pasando en este momento, cómo lo estás viviendo. La verdad que surgió un poco así y también surgió porque había varios compañeros y compañeras que necesitaban algún tipo de herramientas o técnicas para encontrarse con grupos por Zoom. De repente empecé a ahondar y ver que se abría un mundo de posibilidades, una puerta lúdica bastante entretenida incluso. La verdad que gran parte de que se haya hecho el recursero tiene que ver con Achu, que le puso amor y belleza. Sino hubiera sido un PDF que hubiera circulado y nada más. El laburo que tiene de fondo y el cariño con el que se fue haciendo, también eso llega, tiene que ver con recuperar un poco la belleza en este momento. Después surgió la idea de hacer una jornada para presentarnos y jugar.
¿Cómo se les ocurrió llevar a cabo una jornada? ¿De qué manera se va a hacer?
Ailen Goyanes: Nos pasó jugando. Yo creo que si hay algo que nos caracteriza en San Roque es que un poco todo lo que vamos a proponer lo vivenciamos entre nosotres, entre educas. Teníamos el recursero en la mano, estábamos pensando en un conversatorio y estábamos en una jornada que empezamos jugando. Y fue como “che, pará, hagamos una jornada de juegos”. El recursero habla de eso: de poder recuperar el derecho al juego. La jornada es por Zoom: es abrir varias salas de Zoom, con 30 personas máximo por sala y con dos referentes o referentas que propicien el juego. La idea es jugar a tres juegos distintos y después de eso se cierra la sala y se pasa al cocinatorio.
N: Está más apuntado a aquellos equipos de trabajo que usan el juego, que tienen la necesidad de encontrarse con otros y otras para socializar un poco experiencias y estrategias. Hay gente de otros lados, de otras provincias; no está destinado a los pibes. Si se quiere inscribir un chico está todo bien, que venga y que juegue, pero creo que tiene que ver con esto de poder vivenciarlo nosotros para después también sentir que es posible poder trasladarlo a otros espacios con los propios pibes. Hacer movidas de recreación, de expresión, de creatividad, que son lo que más perdieron los pibes. Porque, para bien o para mal, la escuela siguió medio como imprimiendo una lógica de dar contenidos. Como si eso fuera lo único que pasa en la escuela, cuando en la escuela pasan un montón de otras cosas más. Uno ahí construye vínculos, subjetividades. Es la parte que los pibes están extrañando mucho y necesitando: el poder reencontrarse con otros y recrear los vínculos.
¿Cómo ven ustedes que están viviendo los chicos esta situación?
A: Yo con quienes más tengo contacto es, por supuesto, con mi grupo, que son niños y niñas de 6 a 9 años. Siempre ahí medio de intermediarias están las mamás, que también creo son las que más están poniendo el cuerpo dentro de las casas para sostener y acompañar toda esta situación. Es muy notorio el rol de las madres hoy en día: son las que están ahí todo el tiempo hinchando con la tarea, contestando los mensajes que nosotros les mandamos, haciendo la comida, limpiando la casa, un poco de todo. Me parece importante que no pase desapercibido la fuerza que le están metiendo. Entonces, con todo esto y a veces con la dificultad que conlleva la no autonomía o la poco autonomía de las pibas y los pibes en este momento, por ahí los momentos de diálogo y conexión son bastante cortos. Aunque intentamos que sean cotidianos, poder salvar el abrazo y esto de que el otro me importa y quiero saber cómo está. Lo que más me dicen es “Seño, estoy recontra aburrido”, “Seño, estoy recontra aburrida”, “Seño, me quiero ver con mis amigos”. Ámbar, que es una de las chicas de mi grupo, me contó que abría el portón de su casa y se asomaba desde la puerta sin salir a ver si se veía con Agos, que vive a media cuadra, y ahí desde lejos se podían saludar. Recuperando testimonios de ellas y de ellos, eso: mucho aburrimiento, y mucho extrañar esa conexión que la escuela y el apoyo propiciaban todo el tiempo y cotidianamente. Porque nosotros tenemos otras herramientas para poder sortearlo, pero debe ser muy fuerte tener esa edad y estar viviendo todo este caos. En eso nosotros también estamos intentando acompañar, recuperar la grupalidad, usar estas herramientas digitales para volver a conectarnos.
¿Y en el barrio en general?
N: Yo creo que San Roque y los barrios cercanos, como es San Ginés y Villa del Carmen, tienen la particularidad de que, si bien son muy comunes los hogares multifamiliares, tienen tal vez mejores condiciones para pasar la cuarentena “como la OMS lo desea”. Estuvimos haciendo relevamientos con formularios para después cuantificar un poco, y en general se ve que hay un cumplimiento de la cuarentena, con el lógico desgaste que pasa en todos lados. Dentro de todo me parece que los barrios en los que estamos nosotros funcionan, llegan ciertos mecanismos de contención básicos en lo alimentario, me parece que dentro de lo tremenda y crítica que es la situación en lo económico, hay toda una estructura que sostiene: el Estado, las escuelas, nosotros. Creo que el aburrimiento para los pibes es uno de los factores más fuertes y es mayoritario. Y a veces un poco la saturación o la angustia en torno a la tarea porque también fue como un caudal medio sin sentido en algún punto. Todas estas estrategias que pueden estar bien en cierto contexto, si no están acompañadas de otras cosas, a veces terminan generando situaciones de malestar en la propia casa, en un momento en donde estás todo el día compartiendo la casa, incluso con otras familias.
En la radio (Pocas Pulgas) de la Escuela Popular hicimos una nota de las ollas populares y me pasó que cuando hablaba con las mujeres que sostenían los espacios me sorprendió mucho ver cómo en momentos de crisis se activa algo de la solidaridad más básica a nivel comunitario y empiezan a surgir muy informalmente ollas, comedores, merenderos en las casas que también sostienen una banda. Empiezan a captar recursos de donde sea para dar de comer. A mí me hizo ver claro cómo algo que se mantiene en la profundidad, cuando se necesita toma relieve. Obvio que sin Estado todo eso es imposible. Otra cosa que me quedó es que lamentablemente nosotros como organización podríamos hacer mucho más si logramos coordinar las organizaciones con el Estado. Nos cuesta encontrar interlocutores y armar algún tipo de red con lo estatal municipal. El Estado tira así para todos y resuelve gran parte, pero después hay cosas que se terminan de anudar en lo chiquito. Es más fácil.
¿Cómo se imaginan el post pandemia?
A: Creo que no lo pensamos porque estamos tan atareados en la urgencia y en abrazar esas cosas que van surgiendo. No sé cómo me lo imagino. Veo fotos de otros lugares con el aula con un plástico (risas), divisiones entre pibe y pibe y creo que si hay algo que nos caracteriza en San Roque es el abrazo, la multitud, estar pegados… entonces es muy difícil de imaginar. Me es muy difícil cuando vamos al barrio, te cruzas con alguno de los niños y niñas y vienen gritando “¡Seño!” con los brazos abiertos. Cómo le digo al pibe que no nos podemos abrazar cuando crecimos abrazándonos y ese es el saludo cotidiano de lunes a viernes cuando nos vemos. Entonces la verdad es que me cuesta mucho imaginar cómo va a volver a ser todo y si va a haber una vuelta a como era antes. Creo que sí el desafío es seguir pensando cómo nos vamos a vincular, cómo nos estamos vinculando ahora. De hecho venimos pensando mucho y laburando la grupalidad, cómo poder recuperarla, cómo construir sentidos, espacios y tiempos donde encontrarnos. Así sea de una manera virtual y a través de una plataforma, garantizar ese derecho a vernos y acompañarnos frente a esto sea el tiempo que sea. Entonces creo que es aprender a construir en donde estamos parados hoy y después ir viendo qué sucede.
N: Yo la pregunta la había tomado más para el lado económico social y, si bien me parece que va a ser bastante dramático en algunos casos, también a veces me da la sensación de que gran parte de los sectores populares ya venían muy mal, que ya tienen en su haber otro lidiar con la vida, mucho más acostumbrados a lucharla. Eso por un lado, y por otro creo que en la etapa post pandemia va a haber por suerte un Estado Nacional y Provincial que por lo menos va a estar siempre tirando un hueso para que la gente no esté en la lona y tenga para comer. Si hubiera pasado en otro momento, ahí yo estaría más preocupado. Creo que estaríamos viviendo otras escenas y otras situaciones.
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