Jeremías Wolf nos presenta su nuevo libro

by Sabrina Garcia | 2 enero, 2025 4:39 pm

Por Sabrina García


Jeremías Wolf presenta Los Herederos, su primera novela negra, publicada por editorial Imaginante. Como en su vida y su escritura, el Delta siempre está presente. De profesión químico industrial, el periodista y escritor habla sobre su última obra, sobre el relanzamiento de su programa La Colectiva del Delta y los desafíos que atraviesa la isla.

Vivió “en un montón de lugares”. Nacido en Capital Federal, se mudó a Perú “de muy chiquito” junto a su padre y su madre. “Le salió (a su padre) un puesto de una gerencia de una empresa de electrodomésticos, vino un día y dijo ‘nos vamos en Perú’, yo tenía cinco años, mi vieja lo seguía a todos lados”. Su segundo hermano lleva esa historia como sello de nacionalidad, el tercero es de Lomas de Zamora, el lugar en donde Jeremías terminó la primaria. “Si me preguntás un lugar de referencia, no mi lugar en el mundo, te digo Boedo”, dice Jeremías y cuenta que es allí donde vivió su adolescencia y realizó su educación secundaria, viviendo con su abuela.

“Mi adolescencia fue allá, por eso es un lugar de referencia. Creo que la adolescencia es un momento de la vida de las personas que nunca pasa desapercibido. Todos tenemos alguna cosa abrochada ahí”, agrega.

De profesión químico industrial, tuvo su propio laboratorio de cosmética hasta que se fundió. Se reconvirtió en vendedor de una empresa que se dedicaba a los envases de vidrio y a la que se había vinculado a partir de la producción de esmaltes de uñas. “En un momento en la empresa había que llevar una venta hasta Mendoza y no había chofer. Yo dije: ‘Si hay que ir, yo voy’ y me subí a un camión con acoplado. Me gustó. Estuve como seis meses viajando y seguía con las ventas. Con el camión iba a Mendoza y a Mar del Plata”, recuerda.

Jeremías tiene una posición frente a los desafíos: “Yo he tenido suerte, porque siempre a lo que elegí le puse el ingrediente de ‘esto lo voy a disfrutar. Yo lo quiero pasar bien’. Entonces tengo recuerdo en todos los lugares donde estuve. Si hay que hacerlo vamos a hacerlo, pero la vamos a pasar bien porque total hay que hacerlo igual. Entonces mejor con una sonrisa que con cara de culo. Eso lo sigo practicando”.

Pero mientras su recorrido lo llevó al laboratorio, las ventas y chofer de camión, hubo algo que siempre lo acompañó: la escritura. Los Herederos es la última novela escrita por Jeremías. A diferencia de todo lo anterior, en esta incursiona en la novela negra.

-¿Cómo llega el Delta a tu vida? 

Lo del Delta fue muy cómico y esclarecedor. Mi viejo se casó dos veces. Yo soy como se dice de la segunda tanda. Del primer matrimonio tenía dos hermanos, con los cuales he tenido una relación fabulosa.

Volviendo de unas vacaciones de verano, en mi primer matrimonio, nos preguntábamos ‘¿qué hacemos? ¿qué no hacemos?’ Porque a todos nos pasa que volvés de las vacaciones, empezás a trabajar y te querés matar. Llega el fin de semana y decís ‘ahora qué hacemos’. En esa época vivíamos en Boedo y surgió la idea de ir a Tigre. Yo nunca había venido aquí. Vinimos y fue como cuando te dan una trompada en la cabeza, te quedas así… abombado. A partir de ese momento nunca pude dejar de venir.

Primero venía a turistear, después alquilando una casa en la isla y después bueno… la historia de la vida: mi casa, mi santuario, mi lugar en el mundo. En medio de todo eso hubo un episodio y tiene que ver con la genética, lo que traemos de casa de los padres. Mi hermana (de la primera familia de su padre) se fue a vivir a España. Y yo fui a turistear a Francia y cuando paso por España voy a la casa de mi hermana en Sevilla. Un día estábamos hablando, no pasan ni cinco minutos y yo me pongo a hablar de la isla. Y ahí ella me pregunta sobre mi pasión por la isla y si tenía idea de donde salía. Trae una foto, en blanco y negro. Había una nenita de 4 o 5 años, era ella. Estaba en el Delta. Atrás decía Delta 19… no se cuanto. Era la casa de mi viejo en la isla. Yo me enteré en ese momento.

Le digo a mi hermana ‘dónde estaba la casa. Yo quiero ir, quiero conocer. No sé si la puedo comprar pero la compraría’. Ella me dice ‘no tengo la menor idea’. Lo único que me dijo es que mi viejo era del Rotary Club de Tigre. Cuando regresé del viaje fui al Rotary Club para ver si alguien sabía algo de mi viejo. Obviamente habían pasado tantos años tanto tiempo que nadie sabía nada. Pero de ahí viene lo que te decía de la genética, de cómo hay cosas que las traemos grabadas en algún lugar y que nos vuelven en algún momento.

-Algo de lo que contás aparece, como un retazo, en el libro. Porque en Los Herederos hay un padre que encuentra en el Delta, casi de casualidad, su lugar en el mundo y un hijo que hereda esa pasión. Es tu primera novela negra.

Es mi primera novela negra, en realidad según mi editor a él le pasó que leyó la primera parte de la novela y cuando paso a la segunda se encontró con un giro inesperado

Los Herederos de Jeremías Wolf[1]-Tiene como dos bloques: hay una parte muy de situar en el lugar, de descripción de los personajes, novela casi romántica y la segunda parte es una novela negra…

Sí, vinculada a lo humano. Son como dos libros, esa fue la intención, como un enganche entre dos estilos literarios. Si vos lees los cinco libros anteriores todos están vinculados a las relaciones humanas, a los sentimientos, a las emociones. Desde ya que muy lejos de lo policial. Tuve que hacer como un enganche. Fui coherente conmigo y quise llevar al protagonista de la novela de un mundo humano a otro, que también lo consideró humano, pero un poco más cargado del otro costado, del lado oscuro de la luna.

A mi me encanta el policial negro porque te saca del estereotipo. El policial negro se diferencia del policial. En el policial el policía es bueno y otro malo. En cambio, el policial negro desnuda una faceta diferente donde ese policía, que en el otro policial era bueno, a veces no es tan bueno y el delincuente a veces tiene rasgos de bondad que humanizan. El policial negro se acerca al comportamiento real de los seres humanos. Nunca nadie es tan bueno ni tan malo. Hay un juego de roles y cosas que lo llevar al lector a marearse. Porque uno cuando lee no puede dejar de tratar de hacer alguna suerte de adivinación y eso, desde el lado del que escribe, es un juego bárbaro porque quiero llevarte en una dirección y que después salga en otra. Porque eso va a ser lo que a vos te mantenga sentada leyendo. Me gusta jugar de esa manera.

Este libro surgió por un amigo. Yo había escrito un cuento. Hay una profesión que se llama el lector cero y es aquel que lee por primera vez una obra, entonces lo hace desde una mirada objetiva, crítica. Ese el lector cero nos da la oportunidad de decir ‘no, esto está mal, acá hay una inconsistencia, esto no se entiende’. Eso es fundamental porque cuando uno escribe cree que todo el mundo lo entiende porque vos lo tenes en la cabeza y no, no siempre es así.

Yo tenía un amigo que un poco me cubría eso de manera espontánea, porque le gustaba leer mis cuento. Un día yo había escrito este, se lo alcance. Me dice ‘está bueno, me gustó pero me quedé con las ganas. Quisiera saber más, qué pasa después’. Eso me quedo dando vuelta y terminó convirtiéndose en esta novela con todos los giros que tiene.

Viste que cada escritor tiene su mecanismo. Yo a mis personajes les doy vida, nada más, después son libres y hacen lo que quieren. O sea, no depende de mí, yo siento que estoy haciendo un relato de acontecimientos que van llegando a mi cabeza de manera autónoma. Que Federico (protagonista de Los Herederos) haga tal cosa y que el padre reaccione de tal otra tiene que ver con ellos dos, no conmigo.

Los Herederos pasó por dos correctores, un lector cero y el editor. Yo la leí creo que entre 7 y 10 veces, dejando un periodo de tiempo para poder alejarme y leerla en tercera persona.

-¿Cuánto tiempo te llevó desde que el día 1 que tu amigo te dice “me falta un poco más” hasta que esto está impreso?

Un año y medio. Te digo más, si quieres llamalo primicia, es que la vida de Federico todavía no terminó. Hay dos más. Una que ya está terminada y que justamente está pasando todo ese proceso de corrección.

Y como creo que a veces nos hace falta hacer pausas, entre este libro ya publicado y ‘La otra herencia’ que tiene que ver con los herederos hay un libro que voy a publicar pronto en donde recupero el Jeremías de la primera parte. Se trata de un libro de cuentos llamado ‘Camino a la isla’.

-Los Herederos, ¿dónde se consigue?

En el local Origen Delta, que es una cooperativa de personas que trabajan en la isla, que generan productos en la isla, de distinta índole y tienen un stand en la Estación Fluvial y también en el Puerto de Frutos.

-¿Cómo fue descubrirte escritor? 

Empecé a escribir cuando tenía 15 años y vivía en la casa de mi abuela. Siempre escribí, pinte, dibujé. Empecé a escribir porque teníamos en esa época una banda de rock con compañeros de colegio. Había que escribir letras y así empecé. Algunas eran espantosas y morían en un cajón. Después, cuando ya la isla me había tirado su balde verde en la cabeza, en mi segundo matrimonio, mi mujer dice: ‘che, esto está bueno, ¿no pensaste nunca publicar?’.

Acepté que salga a la luz, se lo mandé por mail a Adriana de revista La Isla. Si lo quería publicar en la revista bien y si no sería como una especie de termómetro. Y Adriana empezó a publicar cositas, algún microrrelato. Se generó ahí todo un ambiente alrededor de revista La Isla maravilloso.

Y ahí vino el primer libro que se llama ‘Breves historias para los días de la vida’ tomando como referencia la cosa rockera del Flaco Spinetta ‘Canción para los días de la vida’. Ese libro terminó significando un punto importante porque me dieron un reconocimiento en la Biblioteca Nacional, como que era un aporte a la cultura. Eso generó que la gente de FM Open que está en Pacheco, me llamara y me propusiera hacer una entrevista en la radio. Empezamos a hablar y esos 15, 10 minutos se convirtieron en 45 minutos. Al terminar el gerente de la radio me dice: ‘Si algún día querés hacer un programa de radio, venite porque acá vas a tener lugar’.

Hablando con unos amigos les cuento lo que me dijo y uno me dice ‘bueno, hagamos un programa de la isla’. Me picó el bichito y comenzó la búsqueda. Empecé a escuchar radios de Tigre y encuentro una que se adecuaba a mis gustos musicales. Hablo con Eugenio Verkuyl, que era el director de Estación Tigre. Me dijo que le gustaba y dice ‘bueno, dale, tenés lugar. Empezás el martes’. Y así empezó La colectiva del Delta.

El programa empezó a ocupar su propio espacio en mi vida y a abrirme la cabeza de la isla. Ves mucha gente que va el fin de semana a la isla, una mirada bastante romántica de la cosa, pero hay otro Delta, el que se queda sin luz, el arroyo tapado, problemas con la salita de salud, etc. Así terminó La colectiva del Delta comprometiéndose, empezamos de menor a mayor. Sí empezamos con este amigo tratando de buscar justamente una versión lúdica de la isla y de pronto me empecé a sentir fastidioso con lo que no se veía en el otro lado. Así fue como el programa giró el timón hacia un punto de vista más crítico, más comprometido con la gente. Mi amigo tenía una mirada más romántica, más tranquila, no se sintió a gusto y se fue.

Después de hacer casi 14 años con La Colectiva me doy cuenta que me enojaba mucho, me sigo enojando, porque las cosas en realidad siguen ocurriendo. Me calenté y lo terminé.

-La Colectiva volvió con un formato streaming

Cuando yo era adolescente, se me había dado por joder a mis amigos, por molestar, entonces les hablaba o les decía cosas sin mover los labios y lo había tomado como un chiste. En esa época veíamos Chasman y Chirolita. No movía los labios, me miraban raro. Me divertía.

Encontré ventrílocuos que me hacían reír. Sigo a un par que son grandes referentes de la ventriloquia en Argentina.

Un día dije ‘voy a volver a esto’ terminé buscando quien haga un muñeco, que lo haga a mi gusto. Ahí surgió el muñeco que me acompaña que se llama Cacho Islas (Cacho un pedazo, un pedazo de la isla), es mi compañerito. Y pensé en usar a Cacho para volver a hablar de la isla, pero desde otro lugar. En vez de putear hacerlo desde el humor. Me gusta, creo que Cacho va a tener después otro muñeco que lo acompañe, con otro rol. Estoy en una situación en donde me puedo permitir tomarme las cosas no tan a la tremenda.

Endnotes:
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