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Inteligencia artificial: creó el cerebro del primer taxi aéreo autónomo

Inteligencia artificial: creó el cerebro del primer taxi aéreo autónomo

Los avances de la inteligencia artificial y de todos los procesos tecnológicos que conlleva no son una amenaza para las habilidades y los trabajos humanos, sino que los potencian, según afirmaron los especialistas y ejecutivos que participaron de la tercera edición del encuentro sobre la temática. Uno de los expositores fue Roberto Bunge, director de la carrera de Ingeniería en Inteligencia Artificial en la Universidad de San Andrés y quién ideó el cerebro del primer taxi aéreo autónomo.

Bunge“La inteligencia artificial ya es una realidad y se ve aplicada en diferentes aspectos de la vida cotidiana”, así lo expresó el director de la carrera de Ingeniería en Inteligencia Artificial en la Universidad de San Andrés, Roberto Bunge, el argentino que ideó el cerebro del primer taxi aéreo autónomo.

A través de Skype, desde San Carlos de Bariloche, Bunge, participó del encuentro “Inteligencia Artificial. Capítulo 3″ y contó su experiencia vinculada a la inteligencia artificial y cómo desarrollaron el proyecto tras la finalización de su doctorado, luego de recibir el prestigioso premio International Fulbright Science and Technology Award, otorgado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, en 2009.

“Crear el primer taxi aéreo autónomo fue un sueño cumplido. Cuando terminé mi doctorado en Stanford tuve la posibilidad de reconectarme con amigos que estaban trabajando en este proyecto y me invitaron a sumarme. Estuvimos tres años desarrollando este taxi autónomo aéreo. Es un avión que despega y aterriza verticalmente y está diseñado para llevar gente de un lugar a otro, pero tiene una particularidad: es totalmente autónomo. No tiene piloto, no hay palanca de comando. Uno aprieta play y el avión hace todo solo”, confesó Bunge.

Para Bunge la inteligencia artificial fue clave en el desarrollo del proyecto: “Es la aplicación a la robótica y a los vehículos autónomos. Yo lideré el equipo que desarrolló el software que controla el vehículo y ese software tiene muchos componentes: la parte de percepción que, a través de sensores y cámaras, tiene una composición de lugar de qué es lo que está pasando alrededor del vehículo: si hay personas, aviones, autos, etcétera. Después tenés una parte de planificación de la ruta, de la trayectoria de vuelo, y por último tenés una parte de control que es seguir esa ruta que está planificada. En todas esas áreas se aplica inteligencia artificial para hacerlo de manera eficiente, segura y sobre todo que sea en tiempo real”.

Por otra parte, cuestionó el temor que se produce a la hora de hablar del avance de la tecnología en la vida cotidiana. “Yo tuve la oportunidad de estar adentro de esas empresas, con lo cual en la parte de vehículos aéreos autónomos entiendo muy bien el estado de situación. Yo creo que muchas veces esta idea de que vienen las superinteligencias y que van a desplazar totalmente al humano me parece un poco exagerada. No tenemos ninguna tecnología que se acerque a lo que hacemos los humanos. Sí hay procesos que se pueden automatizar, se pueden hacer más eficientes, pero hay muchos cálculos que nosotros como humanos no podemos hacer. Creo que todo lo que tiene que ver con creatividad, con problemas complejos, todavía es el humano el que va a estar en el centro del sistema”, admitió el director de la carrera de Ingeniería en Inteligencia Artificial en la Universidad de San Andrés (UdeSA).

Este tipo de vehículos acortaría mucho los tiempos de traslados, por eso el especialistas imagina un futuro en el que se pueda ir en 15 minutos desde San Fernando hasta el centro porteño. “El avión que nosotros desarrollamos en Airbus tenía esa capacidad. Era una demostración tecnológica, no era un producto. No cumplía con un montón de requisitos de certificación, pero ya está tecnológicamente demostrado que se puede. Esto fue de 2016 a 2019. Fue un prototipo, una demostración tecnológica”, explicó.

Desafíos en Argentina

“La Argentina tiene que duplicar o triplicar la cantidad de graduados de carreras de ingeniería o de ciencia y tecnología aplicada. Decidí volverme de Estados Unidos con el sueño de tener un impacto positivo en el sistema científico y tecnológico de la Argentina”, dijo.

Y añadió: “Creo que por suerte hay una capacidad instalada de universidades en el sistema nacional y de universidades privadas que están a la altura. Hay alta capacidad instalada pero no está en su uso máximo. Mucho tiene que ver con poder atraer a los jóvenes a que elijan este tipo de carreras. Yo vi que en Stanford se puede hacer ingeniería de primer nivel de una manera divertida, interesante, que motive a los chicos a meterse en estos temas”, asintió.

Para finalizar, sentenció: “Tengo el sueño de poder crear científicos, tecnólogos, emprendedores en el país. Es lo que me apasiona y lo que justifica todos los esfuerzos y todo el tiempo que estoy dedicando. Yo estoy 100% feliz con lo que hago y, si bien estamos en un momento desafiante, creo que hay que mirar un poco más allá y creo que en cinco o diez años la cosa puede ser distinta. Me siento realizado”.

Fuente: UdeSA y La Nación


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