by Sabrina Garcia | 30 septiembre, 2021 10:22 am
Por Sabrina García
A 55 años del Operativo Cóndor, el Museo Malvinas homenajeó a los 18 militantes que desviaron un avión para poder enarbolar siete banderas argentinas en las islas del Atlántico Sur. Uno de ellos fue Aldo Ramírez, quien además de ser protagonista de aquella hazaña, fue operario de ASTARSA y es uno de los desaparecidos de la última dictadura militar.
El Museo Malvinas realizó este martes un homenaje a los integrantes del Operativo Cóndor que conmocionó al país el 28 de septiembre de 1966, cuando 18 militantes del peronismo desviaron un avión de Aerolíneas Argentinas hacia las islas del Atlántico Sur, al cumplirse 55 años de aquel episodio.
[1]El evento tuvo un carácter simbólico y de reparación ya que uno de los objetivos era instalar en la fachada del museo las fotos de Dardo Cabo, Aldo Ramírez y Edgardo Salcedo, que formaron parte del Operativo Cóndor y diez años más tarde, a partir del golpe del ’76, fueron secuestrados y desaparecidos por los grupos de tareas de la dictadura.
Durante el acto se escucharon los testimonios de Fernando Aguirre, Fernando Lizardo y Norberto Karasiewicz, tres de los 18 militantes que en 1966, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, llegaron a estar 36 horas en suelo malvinense, hasta que se rindieron y fueron encarcelados.
En Malvinas, los jóvenes izaron siete banderas argentinas. Una de ellas está expuesta en en el Museo Malvinas.
La colocación de las imágenes de Cabo, Ramírez y Salcedo se postergó para los primeros días de octubre por la lluvia que cayó durante la mañana, pero el homenaje se realizó de todas formas.
Tenía 14 años cuando comenzó a ir al barrio Ferroviario de Boulogne a militar. “Ahí conoció a los Carranza”, dice Rufina Gastón, su esposa, y recuerda a la familia de Nicolás Carranza, uno de los fusilados por la Revolución Libertadora (muchos dirán Fusiladora) en José León Suarez en 1956. Su caso se popularizó tras la publicación del libro Operación Masacre de Rodolfo Walsh.
[2]Aldo comenzó su formación política desde muy chico. “Casa de por medio vivía la suegra de Raimundo Ongaro”, recuerda Rufina haciendo referencia al dirigente sindical de los gráficos y que luego fundó la central sindical CGT de los Argentinos. “Aldo pasaba mucho tiempo con él y su esposa. Lo había elegido como padrino de confirmación. Era su máximo referente”.
A los 17 años fue invitado por un abogado “que había conocido en lo de los Carranza y que siempre lo acercaba, porque vivía en Victoria” a participar de una reunión. “Era una reunión cerrada, se hablaba de soberanía, de usurpación. Fueron varios encuentros. Allí se empezó a armar el operativo. Sabían el príncipe Felipe estaría recorriendo el territorio marítimo y ellos en protesta fueron a plantar bandera en Malvinas”, dice Rufina.
El Operativo Cóndor fue llevado a cabo el 28 y 29 de septiembre de 1966 por un 18 jóvenes que tomaron un avión de Aerolíneas Argentinas que viajaba de Buenos Aires a Río Gallegos y obligaron a su comandante a aterrizar en las islas Malvinas. Allí, estuvieron 36 horas e izaron siete banderas argentinas, tomaron como rehenes a algunos isleños, y exigieron al gobernador de las islas reconocer la soberanía argentina de las mismas.
Aldo estuvo 9 meses preso en el Penal de Ushuaia con Dardo Cabo y el resto de los protagonistas de aquella hazaña. “Como era menor y en el penal había presos muy peligrosos, el cocinero lo llevaba a dormir a su casa y al otro día lo llevaba de regreso a la cárcel. Pasó mucho tiempo para que se puedan ver con el resto de sus compañeros”, recuerda Rufina quién agrega que al salir de allí se conocieron.
“Salió en libertad condicional. Previo a eso él estudiaba en el Raggio (Escuela Técnica ubicada en Libertador y General Paz) pero al volver no lo dejaban estudiar por su causa y es por eso que no pudo terminar sus estudios”, comenta Rufina y enumera los lugares en donde trabajó: repartiendo carne, como chofer de la línea 41 y finalmente en Astarsa. En cada uno de esos lugares, Aldo, siempre se ocupaba de “hablar con sus compañeros para concientizarlos de sus derechos”.
[3]“Aldo siempre estuvo acompañado por grandes personas de la vida sindical y política. Por eso su vida fue tan intensa y perseguida”, sostiene Rufina y relata cuando en 1974 la AAA entró a su casa: “Fue el 5 de septiembre de 1974. No lo olvido más. La sensación que se metan en tu casa, que revuelvan todo”.
“El siempre decía que su vida era fugaz, que el tiempo era corto. Me decía que la vida había que disfrutarla”, recuerda Rufina y agrega que “haber ido a Malvinas fue muy importante para él”.
El 1° de septiembre de 1977 a los 29 años Aldo se convirtió en un desaparecido. Tenía una niña de 5 años que quedó al cuidado de Rufina: “Un año antes decidimos no vivir juntos porque nos enterábamos de otros compañeros y compañeras que desaparecían, hasta embarazadas, que se llevaban sus hijos. Él no quería eso para su hija y yo me fui con Paula a vivir a otra casa”.
En uno de los juicios que se llevan a cabo para enjuiciar a los represores de la última dictadura militar, Rufina supo que a Aldo lo “hirieron en Villate y Panamericana y lo llevaron herido a Campo de Mayo”.
Pese a su juventud al momento de la desaparición, Aldo plantó bandera en las Malvinas, se casó, tuvo una hija, militó por los derechos de los trabajadores, formó una mutual para representar a los obreros de Astarsa y brindarle condiciones dignas de salubridad, y se volvió referente en todo el corredor norte de nuestra provincia. Hoy, su compañera de vida, Rufina Gastón es símbolo de la defensa de los derechos humanos, desde la Comisión Memoria, Verdad y Justicia de zona norte, mantiene vivo el recuerdo. “Las fotos y los recortes de diarios se los di a Paula y Manuela, porque son de ellas, de su padre y abuelo, de su historia. Hoy es Manuela quien recuerda a su abuelo”.
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