by Sabrina Garcia | 3 diciembre, 2015 12:01 am
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Por Esteban De Gori*
I
The End. Cristina Fernández de Kirchner entregará el mando presidencial a Mauricio Macri. El fin de ciclo de su liderazgo, como su universo de hipótesis acerca de la realidad argentina, se avecina. Ninguna de sus apuestas electorales fueron eficaces. Erosionó su sucesión presidencial, no solo en la presión ejercida sobre Scioli, sino por la puesta en marcha de un conjunto de medidas políticas y económicas que nunca advirtió o que directamente soslayo su impacto cultural (inflación, cepo, INDEC, conflicto con el campo). El microclima presidencial y de aquellas organizaciones que lo promovían desdibujo la oportunidad de comprender que sucedía en el mundo social. Ese mundo era un mundo ajeno, con poca significación. Las elites gubernamentales abandonaron el “momento sociológico” y la perspectiva de los actores para recluirse en un insuficiente saber estatal y comunicacional. Despreciar o relativizar los efectos sobre lo social y lo territorial –como sus reconfiguraciones- se terminó convirtiendo en el límite concreto para imaginar la sucesión o continuidad. A esto, debemos añadirle aquellas transformaciones culturales (consumo, autoreflexión posmoderna, individuación, etc.) operadas por la globalización que no fueron materia de análisis de la subjetividad contemporánea sino que la misma globalización fue reducida a una suerte de agenda geopolítica.
Cristina y el propio kirchnerismo intervinieron sobre la realidad como un “gobierno de emergencia”. Trabajaron como si el 2001 estuviese presente en cada momento, como si esa memoria podría formatear todas las acciones, como si el Estado fuese el único actor en pie. Nadie –a lo sumo un actor con excesivo poder- podría trabajar con esas memorias en momentos en que ellas son evanescentes, liquidas y –en algunos casos- no vividas.
Ahora estamos ante otro momento, en el presente mismo. Un Frente para la Victoria sin Estado y con “mucha sociedad” a su alrededor. Hoy como fuerza política esta reducida y como propósito renovador dejó de existir. Ahora, vendrán los reacomodamientos políticos y lexicales. Vendrá la lucha por el futuro de lo que deja el kirchnerismo. Inclusive, lo que quede de él deberá luchar con la memoria de su paso por la estatalidad. La política volverá, pero no sabemos que harán los actores y los ciudadanos. Hoy eso es futurismo. El “volveremos” de los 70-80 o la imaginación de una ola que vuelve por sus fueros o que vuelve a cuidar la espalda de los “vulnerables” parece perimido. Sobre todo, porque parte de esos que quiere proteger optaron por el macrismo. El “milagro político” –casi, un “sandinismo espiritual”- ha concluido. Pero a diferencia de otros procesos, nadie tirará las estatuas, los nombres y panteones del kirchnerismo. En parte, el liberalismo y la moderación han triunfado en casi todo el arco político.
* Sanfernandino. Doctor en Ciencias Sociales (UBA), Investigador CONICET, Profesor en la Universidad Nacional de San Martin y docente de la Universidad de Buenos Aires. Autor del libro: “La República Patriota: Travesías de los imaginarios y de los lenguajes políticos en el pensamiento de Mariano Moreno”. En Twitter @edegori
Nota publicada en Panamá Revista
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