by Sabrina Garcia | 25 marzo, 2017 12:02 am
En la Plaza Carlos Gardel, familiares, vecinos y miembros del Poder Ejecutivo y Legislativo de la Comuna colocaron una placa conmemorativa en memoria de Mauricio Villalba, desaparecido y asesinado durante una de las épocas más oscuras de nuestra historia.
El Municipio llevó adelante un acto en la Plaza Carlos Gardel en el que se recordó y homenajeó a Mauricio Villalba, vecino del barrio y obrero de Astarsa quien fue víctima de la última dictadura militar. Familiares y funcionarios acompañaron la colocación de una ofrenda floral y el descubrimiento de una placa lleva la siguiente leyenda: “A la memoria del vecino desaparecido por el Golpe de Estado de 1976. Juan Mauricio Villalba Moreno. Fecha de nacimiento 18 de noviembre de 1930. Fecha de desaparición 25 de mayo de 1976. Fecha de asesinato 4 de julio de 1976”.
La coordinadora de Derechos Humanos del Municipio, Cristina Maderna, sostuvo: “Este 24 es muy emotivo porque se trata de una compañera de trabajo. Cuando conocí la historia de su papá dije algún día nosotros vamos a tener que hacer algo por Mauricio (Villalba). Estoy muy emocionada. Es un 24 de marzo más que el Municipio acompaña cómo corresponde porque en realidad los Derechos Humanos somos todos. Está bien que sigamos acompañando”.
Alejandro Villalba, uno de sus hijos, expresó: “Cómo dije recién se agradece esto porque es algo bueno, no quisiera decir que es algo lindo porque me gustaría tener a mi papá acá y comer un asado, compartir un partido de fútbol o mirar una película con él. Hemos pasado por cosas muy feas, no solamente que fue desaparecido, sino que, al momento de ir a llorarlo, pasado el tiempo descubrimos que no estaba en esa tumba y otra vez estaba desaparecido. Entonces te preguntas y ¿dónde está? Son trompadas de la vida que uno tiene que seguir adelante. Se sale con amigos, con familia, es lo cotidiano de la vida”.
Por su parte, Alejandra Villalba, hija de Mauricio, agregó: “Estoy totalmente agradecida porque nosotros nunca tuvimos oportunidad de hacer un sepelio, una despedida porque se lo llevaron. Después apareció, pero no pudimos hacer nada. Esto es como una recompensa para que podamos hacerle el homenaje como él quería, en su lugar donde todos los domingos jugaba al fútbol y con la gente y vecinos que nos conocen desde chicos. Estamos muy agradecidos a todos, mayormente al intendente Andreotti por ocuparse de estos detalles que llenan la vida. Se revuelve todo otra vez, vuelve el dolor, la angustia, pero por otro lado estoy feliz porque pudimos hacerle un homenaje a mi papá que se lo merece”.
Por último, Maderna manifestó emocionada: “Mauricio es del barrio, vivía acá a dos cuadras, cuando lo secuestraron lo hicieron en su casa. Él venía a jugar a esta plaza que era un potrero y a soñar que se podía hacer algo para la gente. Esa era su ideología política. Ahora nosotros le presentamos a los familiares este lugar. Había que hacerle un homenaje y este es el mejor”.
Mauricio Villalba, el gordo, como lo apodaban sus compañeros, era divertido, de carácter fuerte y por ser mayor sus compañeros lo tomaban como referente. Éstas cosas se desprenden de la declaración de su hija Graciela Villalba y de un compañero de Astarsa en el Juicio de los Obreros celebrado en agosto de 2014.
El 25 de mayo de 1976, a las 2.30 de la madrugada entraron pateando la puerta. De forma violenta y frente a sus cinco chicos menores se lo llevaron. A salir tomaron una escopeta y una cartuchera con balas. Cartuchera que encontrará días después en la comisaría de Garín, lugar lugar donde estuvo detenido, según el relato de un ex preso.
Graciela (hija mayor de Mauricio), con apenas 22 años, comenzó una búsqueda. La acompañaron familiares y la mujer de otro compañero desaparecido. En su relato es imposible no imaginarse a aquella joven, llena de sueños, recorriendo comisarías, destacamentos militares, Balcarce 50 (domicilio de la Casa de Gobierno) y demás lugares que le pudieran dar una pista, una información, que le permitiera reencontrarse con su padre.
Nombres, lugares y relatos de malos tratos son los que detalladamente brindará en su testimonio. En marzo del ´77 desde la Comisaría Otero de San Fernando le confirman la muerte de Mauricio. En esta ocasión a Graciela no le alcanza con apretar la foto de su padre, su voz se quiebra y recuerda: “Estaba como NN en un cajón común. Lo cambiamos de féretro, el mismo que compramos con el dinero que juntaron sus vecinos del barrio. Todos muy humildes que juntaron lo que tenían para ayudarnos”.
Años más tarde, y por el comentario de un empleado del cementerio, descubre que ese cuerpo no pertenecía a su padre. Esto posteriormente fue confirmado por un cuerpo de antropólogos.
El horror se hace presente en el relato pero ella está calma, intenta recordar cada cosa, cada palabra, cada lugar. La declaración duró más de una hora y los allí presentes nos estremecíamos con el relato. Imposible no sentir dolor.
– Quiere agregar algo más?, le preguntó el Juez.
– Sí, contestó segura.
“Tenía 22 años cuando se llevaron a mi padre y una vida por delante, sueños, quería casarme, tener hijos. Hoy tengo 60 y me doy cuenta que dediqué mi vida a buscarlo, a querer saber la verdad, a tener justicia. Le prometí que me sentaría frente a sus asesinos y 38 años después no lo he logrado”.
*Texto extraído de la crónica del juicio ver: Juicio de los Obreros: Mauricio Villalba[2]
Fuente consultada: San Fernando Municipio y San Fernando Nuestro
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