OPINIÓN

El antagonismo que encarna dos proyectos de país

Silvina Morelli

Por Silvina Morelli*

“Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila”.
Mariano Moreno

Un nuevo aniversario de la revolución de mayo nos debe disponer a una reflexión seria y responsable respecto de qué país queremos los argentinos y las argentinas, sobre todo si tenemos en cuenta la realidad a la que se llegó tras la estafa electoral de 2015. Las promesas de terminar con la “grieta”, “unir a los argentinos” o gestionar la “revolución de la alegría” son pruebas fehacientes de tal burla y lo son por la imposibilidad que encarnan.

Entre las ideas que integran los discursos sociales hay una lucha insalvable. Esa lucha es ideológica y en ella, algunas ideas se vuelven más dominantes que otras. Si tomamos como ejemplo la idea “grieta”, veremos que asume una posición hegemónica y por esto, significa algo para algunos y otra cosa para otros. La “grieta” es el antagonismo donde se encuentran en pugna dos modelos de país y en este contrapunto los actores sociales asumen una posición de clase.

Hacia 1810 ya se vislumbraba la “grieta” entre los moderados y los morenianos, entre los que tenían una tibia versión de independencia y los revolucionarios sin vueltas decididos a edificar una República. Más adelante, se repiten los antagonismos entre el europeizante proyecto de la generación del ochenta y quienes aspiraban a un desarrollo más proteccionista. La contienda ideológica se repite en la historia entre Yrigoyen y aquellas minorías que lo atacaron y estigmatizaron convenciendo a los argentinos y argentinas que estaba bien derrocarlo. La memoria también nos remite al ´55 dividiendo a quienes pudieron acceder a la dignidad y a esa minoría histórica que siempre dividió el campo nacional y popular para quedarse con todo en términos de riqueza. Los desastres de la dictadura cívico militar y su saldo de 30 mil desaparecidos merece un párrafo aparte, en tanto los gobiernos de Menem y De la Rúa fueron tan injustos e inequitativos que nos llevaron a la crisis de 2001, desastre que solo pudo sanearse con un nuevo proyecto nacional y popular que tras la llegada de Cambiemos fue desechado para otorgar beneficios a unos pocos, profundizando las diferencias entre los que más tienen y los que tienen menos o no tienen nada.

La “grieta” es una suerte de idea que se llena de contenido según el lugar que ocupes de un lado u otro y el común denominador de la historia es una línea divisoria entre quienes tienen egoístas intereses y quienes piensan en una redistribución justa.

Los antagonismos son tan viejos como la Patria y expresan ni más ni menos que las posibilidades de pensar diferente, máxime teniendo en cuenta que entre estos dos modelos hay matices que abonan a la democracia, al disenso y a la diversidad. Si esto no fuera así nos encontraríamos ante un modelo de pensamiento único que nos remitiría a los totalitarismos de siglo XX.

Si esa “grieta” diferencia idearios de dos proyectos de país, en nuestra historia caracterizaríamos de un lado, quienes defienden la dependencia del exterior y la dignidad para pocos y del otro, quienes luchan por una Patria independiente con grandes mayorías viviendo dignamente.

En esta semana de mayo, los convoco a pensar de qué lado nos paramos. Yo tengo claro de qué lado estoy.

¡Viva la Patria!

*Silvina Morelli. Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA), especialista en Políticas y Planificación. Consultora de Comunicación Política e Institucional. Escritora. Adjunta a cargo de la materia “Elementos del Desarrollo Local” en la carrera Política, Gestión y Comunicación de la Universidad Nacional de Avellaneda. Capacitadora


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