by Sabrina Garcia | 20 enero, 2020 12:02 am
El financista, Damián Stefanini, fue visto por última vez al salir de su casa, en San Fernando, el 17 de octubre de 2014. La causa de desaparición fue investigada por Sandra Arroyo Salgado, ex esposa del fiscal Nisman, y jueza federal en San Isidro hasta que, un año más tarde de la desaparición, se conoció una constancia de un depósito bancario hecho por el empresario a una cuenta de Alberto Nisman.
El 17 de octubre de 2014, unos meses antes de la muerte de Nisman, desapareció en San Fernando el financista Damián Stefanini. La causa quedó a cargo de Sandra Arroyo Salgado, ex esposa del fiscal, y jueza federal en San Isidro. Nunca se supo que le pasó. La sorpresa llegó cuando se descubrió que le había hecho un depósito de 150 mil dólares en el año 2012 en una cuenta que Nisman tenía en el Banco Merril Lynh, en Estados Unidos.
Por esa cuenta hay una causa abierta por presunto lavado de dinero en la que están imputados la madre de Nisman, Sara Garfunkel; su hermana Sandra, el empleado informático Diego Lagomarsino, y otro empresario, Claudio Picón, a cargo del juez Claudio Bonadio, quien nunca mostró interés en hacerla avanzar.
Cuando declaró ante la jueza Fabiana Palmaghini en la causa por la muerte de Nisman, antes de que pasara al fuero federal, el ex espía Antonio Horacio Stiuso, habría dicho que Stefanini había prestado funciones para la ex Side en movimientos de dinero y de tipo financiero, aunque nunca llegó a ser un agente orgánico.
La causa por lavado de dinero estuvo originalmente a cargo del fiscal Juan Pedro Zoni y el juez Rodolfo Canicoba Corral, quien llegó llamar a indagatoria a Lagomarsino, titular a pedido de Nisman de la cuenta en el banco Merrill Lynch de Nueva York, y al financista Claudio Picón, acusados al igual que Sara Garfunkel y Sandra Nisman de actuar como testaferros de Nisman. En la cuenta había depositados 600 mil dólares, que Nisman nunca declaró ante el fisco argentino.
“El 24 de enero de 2015 publiqué en el diario Página/12, una planilla con los pagos en dólares que Nisman recibió del diario Israel Hayon, propiedad de Sheldon Adelson, quien explota casinos en Las Vegas y en enclaves coloniales de Asia. Las transferencias de Israel Hayom a Nisman se realizaron entre 2010 y 2014, a una cuenta del Bank Hapoalim de la ciudad de Colonia, de la República Oriental del Uruguay”, recordó el fin de semana anterior el periodista Horacio Verbitsky en el sitio El Cohete a la Luna.
En septiembre de 2015, la fiscal Viviana Fein, que investigaba la muerte de Nisman solicitó tener copia de la causa sobre Stefanini, pero la jueza Arroyo Salgado citó a la familia del empresario a una audiencia, les explicó el asunto y les pidió opinión con el argumento de que son familiares de una víctima.
A esa reunión fueron la esposa, Antonella Ognio, y su papá, Héctor Ognio, un empresario correntino. Ellos inicialmente se opusieron a lo que pedía la fiscalía que investiga la muerte de Nisman, pero al final lo dejaron librado al criterio de Arroyo Salgado.
Una de las razones que esgrimían al resistir era cierta desconfianza porque el abogado del técnico informático Diego Lagomarsino, Maximiliano Rusconi, había representado a Hugo Schwartz (empresario dueño de Marina del Norte e impulsor de Colony Park), la última persona que habría estado con Stefanini en un astillero, donde tenía tres yates en construcción como parte de una inversión participada con problemas judiciales. Rusconi fue quien le sugirió a Fein que mirara ese caso y ella coincidió.
El fiscal federal Fernando Domínguez le dijo a la jueza que las copias de la causa debieron haber sido requeridas a él, que es quien la tiene a cargo por tratarse de un posible secuestro. De todos modos, le transmitió que para no trabar la investigación y por razones institucionales y de transparencia debía darle a la fiscalía del caso Nisman acceso “irrestricto” a las pruebas recolectadas. La jueza sacó una resolución con algunos de esos conceptos y con una consulta a la mujer de Stefanini para ponerle custodia.
Fein recibió con pésimo ánimo la invitación a ir a la fiscalía de San Isidro a ver el expediente de Stefanini que, hasta entonces, tenía quince cuerpos y quince anexos. Uno de los ejes de análisis son las llamadas telefónicas para establecer con quién se comunicaba el financista.
De la red de contactos, algunos estaban relacionados también con el círculo de Nisman, como Claudio Picón, el dueño del Audi que el fiscal de la UFI-AMIA manejaba, quien depositó en la cuenta de Estados Unidos 75 mil dólares; además, en la caja fuerte del departamento de Nisman apareció un cheque de 200 mil dólares de una cuenta de Picón.
Trabado en el juzgado federal de Claudio Bonadio, en Comodoro Py, quedó la información sobre la transferencia de 150.000 dólares que el 23 de octubre de 2012 Stefanini hizo a la cuenta que el fiscal Alberto Nisman tenía en Nueva York. Bonadio nunca compartió lo que sabía al respecto.
Incluso todavía se está tratando de anclar en información cierta el sospechoso vínculo de Stefanini con dos personajes oscuros: el financista Hugo Díaz, desaparecido de una manera muy similar meses después y a quien Stefanini le entregó un cheque para cambiar, y su socio Diego Xavier Guastini, asesinado por sicarios en Quilmes (fines de octubre de 2019).
A fuerza de llegar a callejones sin salida el fiscal federal de San Isidro Fernando Domínguez -a cargo del caso- decidió encarar un trabajo hormiga que ya le dio excelentes resultados en otra causa compleja: la del crimen de Unicenter, ocurrido el 24 de julio de 2008.
En esa causa, abierta para investigar el doble homicidio de narcoparalimitares colombianos, fue central el análisis de los llamados realizados por los sicarios el día del ataque, concretado en el estacionamiento del shopping de Martinez. El análisis de las antenas terminó demostrando cómo los asesinos (dos barrabravas de Boca luego condenados) habían seguido a sus víctimas durante horas antes de ejecutarlas.
Fernández y su equipo esperan que el trabajo sobre el teléfono de Stefanini permita también llegar a un sospechoso con nombre y apellido. Y ya avanzaron mucho: lograron reducir de 6.000 a 115 las líneas a analizar usando un razonamiento lógico de descarte bastante novedoso.
[1]La investigación arrojó que, una semana previa a su desaparición, Stefanini tuvo 434 comunicaciones de entrada y salida. Lo siguiente fue averiguar, en el ese mismo período y zona, cuántas comunicaciones totales se habían hecho. Y el número fue impresionante: 3 millones.
A partir de ese número inmenso para reducir las llamadas y líneas potencialmente sospechosas se usaron dos filtros. Por un lado se separaron todas las que habían sido realizadas más/menos dos minutos de las que había hecho el financista. Por otro, tomando las antenas (que trabajan como un polígono de 8 lados) se buscó el epicentro de contacto y se acotó la lista a las comunicaciones realizadas en un radio de 500 metros de las concretadas por Stefanini.
Estos dos criterios de análisis redujeron a 6 mil los abonados a analizar y entonces comenzó el trabajo más fino. Se compararon las que coincidían en más de un punto geográfico en más de un día de la semana analizada. Así se llegó a una lista de primero 388 abonados y luego 115 teléfonos que se comunicaron cerca de Stefanini, casi al mismo tiempo que él, en más de una oportunidad en dos días o más del período analizado.
Pese al enorme trabajo realizado -con apoyo de la Dirección General de Investigaciones y Apoyo Tecnológico a la Investigación Penal (DATIP) de la Procuración General de la Nación- la tarea mas compleja recién está empezando.
Actualmente esos 115 abonados están siendo identificados y sus titulares cruzados con bases de datos comerciales, de migraciones, de causas penales. Puede que esto no conduzca a nada. Pero puede ser también que una pequeña pista se convierta en la llave de un caso extraño que parece formar parte de un matrix en el que morir, desaparecer o hacerse millonario son parte del juego.
Fuente consultada: San Fernando Nuestro, Clarín y Big Bang
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