OPINIÓN
Boxeo en tacones
Por Sabrina García*
Históricamente la mujer ha estado postergada en el mundo. En muchos países las tradiciones o culturas ubican al género femenino en un ámbito de notable inferioridad: están ocultas, no poseen derechos, son propiedad del hombre, se las bastardea, insulta, abusan, violan y matan.
Basta con abrir el buscador de la web para encontrar noticias que testifiquen ello: “La joven que murió lapidada en Afganistán acusada de haber cometido adulterio”, titula la BBC el 3 de noviembre de 2015; “El odio a las minifaldas, el reflejo del machismo en Kenia”, diario.es del 25 de noviembre del 2014; “Cada treinta horas muere una mujer por femicidio en la Argentina”, estableció la Casa del Encuentro en su informe anual.
Mucho se sabe sobre el machismo cultural, especialmente cuando se refiere a países del Oriente. Pero ese machismo también se hace tangible en países occidentales más cercanos, incluyendo nuestro propio país. Uno de los ámbitos en donde esto se refleja es el deporte y en particular aquellos que se definen per se masculino, uno de los cuales es el boxeo.
Hitos del boxeo femenino
En boxeo, los primeros registros de combate femenino son del Reino Unido a comienzos del siglo XVIII. En 1954 se transmitió por primera vez por televisión una pelea de boxeo entre mujeres.
En los Juegos Olímpicos el boxeo femenino se hizo presente en una demostración en 1904, pero recién en Londres 2012 fue incluido con tres categorías femeninas: mosca (48 a 51 kg), ligero (57 a 60 kg) y mediano (69 a 75 kg). Es el deporte que más ha demorado en ser incluido en la historia deportiva de los Juegos Olímpicos.
“Entre 1975 y 1978 algunas mujeres solicitaron permisos para boxear en los diversos estados de Estados Unidos, pero fue a raíz del exitoso juicio de las boxeadoras Cathy ‘Cat’ Davis, Jackie Tonawanda y Marian ‘Lady Tyger’ Trimiar que enfrentaron contra el estado de Nueva York por el rechazo de sus licencias, que se orientó la atención pública hacía el boxeo femenino”, figura en la página oficial de la WBC entre los destacados.
El boxeo femenino estuvo prohibido en muchos países como en Estados Unidos o Italia hasta los años ’90. Las barreras eran culturales principalmente pero entre los principales cuestionamientos de la disciplina se encontraba la “aberración desde lo estético” o lo “peligroso” desde el punto de vista médico.
Durante la mitad del Siglo XX ya contaba con el apoyo de diversos entes deportivos reconocidos como la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y la Asociación Internacional de Boxeo de Mujeres (WIBA).
Las diferencias en cuanto a hombres y mujeres no son sólo pertenecientes al mundo del reglamento como la cantidad de rounds, el vendaje, las onzas de los guantes, las categorías, sino también están en el ámbito comercial. Las bolsas, como se define el monto recibido por cada pelea en el boxeo profesional masculino, van desde los $30,000 a $500,000 dólares, y hay casos especiales como Floyd Mayweather que recibió entre 150 y 180 millones de dólares por el combate con el filipino Manny Pacquiao.
En cambio entre las bolsas más grandes de la historia no figura ninguna mujer. Por el contrario, el presidente del Consejo Mundial de Boxeo, José Sulaiman, propuso que en títulos internacionales se establezca una bolsa mínima de 30.000 dólares para la campeona y 8.000 para la retadora.
En Kenia, un grupo de mujeres del barrio marginal de Kariobangi, a las afueras de Nairobi, practica boxeo. Violaciones y embarazos precoces son algunos de los problemas que las afectan. Bajo el lema “Mujeres fuertes. Comunidades seguras”, se fundó hace nueve años BoxGirls con el objetivo de que las jóvenes aprendan a “defenderse de las agresiones sexuales” tan arraigadas en la sociedad keniata.
En Afganistan, el movimiento talibán persigue a mujeres y niñas, las obliga a tapar sus rostros, no tienen derecho a estudiar ni trabajar y son sometidas a la flagelación pública o la ejecución en caso de violar esas “leyes” a pesar de estar prohibido el maltrato a la mujer desde el 2009. En este contexto de fuertes luchas sociales, una veintena de jóvenes afganas logró participar de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en la disciplina de boxeo.
En países occidentales y de acuerdo con un Informe Global de Género publicado fines del 2014 por el Foro Económico Mundial, de 124 países estudiados, México ocupa el lugar 80 convirtiéndose en uno de los países latinos con mayor desigualdad de género. Allí una de sus máximas figuras del deporte expresó: “Qué bueno que se nos tome en cuenta como mujeres, ya se tiene un lugar destacado en varias actividades como la política y el deporte, sobretodo en el boxeo una disciplina en la que fuimos discriminadas porque era exclusiva para hombres su práctica”, declaró ‘La Guerrera’ Torres, considerada la mejor boxeadora de México, entrevistada por El Diario NY con motivo del Día Internacional de la Mujer.
“La única lucha que se pierde es la que se abandona”
En Argentina, las boxeadoras profesionales han iniciado una lucha pública por achicar la brecha entre el deporte masculino y femenino. La primera mujer en obtener su licencia como boxeadora profesional fue Marcela “La Tigresa” Acuña. “En los últimos años el boxeo femenino ha crecido muchísimo en nuestro país y eso se está notando ahora con todas estas campeonas mundiales”, reconoció la deportista al diario Perfil.
Por su parte, uno de los máximos referentes del boxeo, el periodista Osvaldo Príncipi opinó en el suplemento Cancha Llena en agosto de este año: “El pugilismo femenino argentino exhibe 15 campeonas mundiales que reinan en este momento, con diversidad de calibre en sus títulos, que se expanden entre ‘unificadas, receso e interinas’. El altísimo número de consagraciones ubica al boxeo de las damas de nuestro país en un nivel inigualable ante cualquier potencia. Es un bastión admirado y analizado. Sobre todo teniendo en cuenta que son 25 las mujeres que ganaron la máxima corona desde 2003 a hoy, sobre los 40 títulos ecuménicos que obtuvieron los hombres, a partir de Pascual Pérez, en 1954”.
A pesar del dato aportado por el comentarista de boxeo, suele tener mayor reconocimiento el deporte masculino por sobre el femenino.
Muchas de las deportistas de alto rendimiento han llegado a ser tapa de los principales diarios nacionales por sus figuras más que por sus logros. “Conocé a la boxeadora hot que quiere ir a los Juegos de Río” (Minuto Uno 13/08/2015), “Carolina Duer: De empresaria hot a campeona” (Perfil 21/05/2011), “La Pantera le puso calor a una tarde de miércoles” (Diario Uno 28/08/2013), “Yésica Bopp, la sexy boxeadora que te noquea el corazón” (Infobae 20/02/2013). En este último caso la nota no figura en la sección deporte sino que está en la sección de espectáculo.
Entre los obstáculos que se le presentaron en la carrera, Yésica Tuti Bopp comentó: “Siendo campeona mundial pensé que el teléfono no me iba a parar de sonar ofreciéndome publicidades y la verdad que no fue así. Nos sentimos discriminadas: hacemos lo mismo, peleamos igual y nuestras bolsas son entre un 60% y un 80% menos que la de los hombres” (Diario La Nación, 08/05/2015).
Una Pantera en el cuadrilátero
En las instalaciones del Polideportivo 3 de San Fernando y con el río como escenario natural, en octubre pasado el campeón mundial de boxeo Sergio ‘Maravilla’ Martínez hizo entrega de los dos cinturones de la WBC a la campeona sanfernandina, Erica ‘La Pantera’ Farias.
Nacida en un barrio humilde en la ciudad de San Fernando, ´La Pantera´ Farías comenzó a practicar boxeo amateur con apenas 20 años. Su debut profesional llegó cuatro años más tarde en la ciudad de Córdoba. Allí obtuvo el título sudamericano de la Federación Argentina de Boxeo (FAB) en la categoría. Al año siguiente se convirtió en campeona mundial interina de peso ligero de World Boxing Council (WBC).
La carrera profesional de la deportista se mantuvo en constante ascenso. En el 2011, con 27 años, se consagró campeona mundial ligera por la WBC, título que defendió con éxito en 10 oportunidades. En 2014, Erica perdió el título pero lo pudo recuperar a los seis meses en la recordada pelea contra Alejandra ‘Locomotora’ Oliveras en Cancún, México.
A comienzos de mayo de este año, Erica La Pantera Farías le ganó por puntos a la sueca Klara Svensson y retuvo el título superligero del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). La deportista sanfernandina con 31 años de edad y un pesaje de 62,400 kilos, logró unificar los títulos en la localidad de Frederiksberg, cercana a Copenhague.
A pesar de la consagrada carrera, la boxeadora no figura entre los titulares de los principales diarios de tirada nacional.
En la entrega de cinturones, el ex campeón mundial Sergio ´Maravilla´ Martínez sorprendió a los presentes en la forma que se refirió a La Pantera: “Es un verdadero orgullo, un honor para mí poder compartir este momento junto a Érica por quien tengo un cariño enorme y una admiración mayor. Hace cosas en el deporte que muchos ni se animan, tiene esa intención de soñar, sueña y consigue logros muy grandes. Como profesional es una de las personas que más admiro y tengo el gusto de ser contemporáneo a ella”.
‘Maravilla’ Martínez se ha expresado en contra de violencia de género en reiteradas oportunidades y exhortó a otros deportistas a que se unan a la lucha contra ese problema que afecta a muchas comunidades hispanas “Tenemos una sociedad que está mal educada y hay que hacer una reeducación de base, de principios”, expresó el pugilista.
La necesidad de destacar lo femenino
Lejos de tener gestos masculinos, La Pantera es muy puntillosa con su estilo. De faldas cortas, tacos altos, el maquillaje perfecto y el peinado impecable, Érica le gusta disfrutar su femineidad.
La Pantera se define como una persona “coqueta”: “La boxeadoras que están peleando en este momento somos muy coqueta. Antes de ser boxeadoras somos mujeres y queremos romper con esa mirada de que somos machonas. No hace falta ser o parecer hombre para practicar boxeo”, suelta en una frase que lo define todo.
La campeona mundial, Yésica Boop se refirió al tema: “Se puede ser boxeadora sin perder femineidad. Soy una mujer que hace un deporte de hombres, pero una mujer al fin, que cuida mucho su imagen, que le gusta la ropa, pintarse incluso para una pelea y que sólo en el gimnasio se convierte en lo más parecido a un hombre. También es cierto que hay un estereotipo de boxeadora, que parece que tiene que ser niata, machona y lesbiana. Hay muchas chicas lindas que no son así” (Diario Clarín 21/05/2015).
Así, la mujer pasó de estar en el cuadrilátero cargando un cartel que define el round con bikini y recibiendo silbidos y gritos a ponerse los guantes y disputar el deporte. A pesar de ello, las burlas, comentarios machistas y la discriminación se hacen presentes en el deporte desde la cobertura periodística, el sponsoreo, las bolsas, y los lugares para la pelea.
“No hay una boxeadora que haya peleado en una gran cartelera, en un semifondo de un Mayweather vs Pacquiao. La única vez que una boxeadora tuvo la posibilidad de pelear en una velada de esas características fue la de ´Maravilla Martínez´ con Murray pero porque fue en Argentina. Ninguna boxeadora tuvo la posibilidad de viajar y pelear en el Madison Square Garden. Jamás, es algo que sueño y que debe soñar la mayoría”, comentó La Pantera Farías.
Entrevista a Erica ‘La Pantera’ Farías
La campeona mundial ligero y superligero de la WBC opina en esta entrevista sobre los desafíos de la disciplina partiendo desde las diferencias que aún posee en comparación con el boxeo masculino; y la necesidad de demostrar que el deporte no es exclusivo de los hombres, rompiendo con el estereotipo de “machona” o “lesbiana” para practicarlo: “Primero somos mujeres y después boxeadoras”.
La igualdad de género: un medio y un fin en sí mismo
“Arroz con leche / me quiero casar / con una señorita / de San Nicolás.
Que sepa coser / que sepa bordar / que sepa abrir la puerta para ir a jugar”
Fragmento de la canción infantil “Arroz con leche”
Desde tiempo remotos, las mujeres han sido rehenes de una infinidad de estereotipos que delimitaron parámetros de conducta, muchos de los cuales perduran en la actualidad.
Pero no todo es tan rígido, siempre hubo expresiones de mujeres que buscaron romper con esas reglas: la que se atrevía a vestir con pantalones cuando eran de uso exclusivo de los hombres; aquella que eligió ser profesional; la cantante, la actriz o la poetisa; hubo quien decidió que también podía elegir y creó el voto femenino; la que se animó a amar sin papeles y la que le puso fin al “para toda la vida”; la que decidió ser madre sin un hombre y la que no quiso cumplir con ese “mandamiento social“; la que viste la ropa que le gusta a pesar de los comentarios; la que no sabe coser ni bordar; la que decide gobernar.
En Argentina las estadísticas dicen que cada 30 horas muere una mujer y que miles de niños son víctimas, a veces fatales, de violencia doméstica al intentar impedir el maltrato. Los datos son más que números, reflejan una cultura que persiste y está en crisis: la machista.
“Todavía no pude comprarme mi casa porque nuestra bolsas son inferiores a la de los hombres pero espero poder hacerlo en los próximos cinco años”, expresó la boxeadora mundial Erica Farías y agregó “Podría pelear siete años más pero quiero ser madre, necesito tener mi techo para no depender de nadie”.
Bolsas inferiores, prohibiciones, burlas son algunas de las cosas por las que pasa una deportista por el sólo hecho de practicar un deporte que históricamente fue considerado exclusivo para los hombres.
Como si estuvieran en una vidriera permanentemente, las mujeres que decidieron romper con los patrones socialmente establecidos deben rendir examen. No alcanza con ser deportista, científica, artista o gobernante; además deben demostrar que son las mejores en lo que hacen.
“En otra entrevista, CFK se mostró dolida cuando la tratan de ‘yegua’ y ‘puta'”, dice un titular del diario Perfil. La noticia se refiere a la máxima embestidura que tiene la Argentina, con los términos de “yegua” y “puta” da tratamiento un medio nacional a la presidenta.
Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) el “acoso político, es una violencia que atenta contra la calidad de la democracia”. El organismo internacional sostiene que las mujeres que están en el poder se encuentran sometidas a un “trato discriminatorio por parte de los medios de comunicación, mayor exigibilidad de rendición de cuentas e intimidación, amenazas, violencia física contra ellas mismas o hacia su familia”, entre otros.
No es casual que el ejemplo corresponda a la presidente. Lo que se quiere demostrar es que siendo la persona con mayor poder en la Argentina recibe un trato cargado de violencia en cuanto a su persona. No se la critica por los índices de pobreza, desocupación o indigencia, se la tilda de “yegua” o “puta”. Palabras que no permiten el debate de ideas y que per se intentan desmerecer a la persona por el sólo hecho de ser mujer.
En otros ámbitos la historia no es muy distinta. Para la CEPAL, la brecha salarial entre hombres y mujeres es de un 23%. Entre los ocho puntos más destacados sobre la desigualdad a nivel mundial se encuentra que en la pobreza las mujeres sufren una doble discriminación; en materia educativa solo el 65 % puede acceder a estudios secundarios y superiores; 1 de cada 3 mujeres sufre violencia de género producida por un hombre de su entorno familiar o laboral; sólo el 22% ocupa cargos legislativos; entre otros temas.
En medio de estos datos surgen otros que hablan de un camino hacia la igualdad de género. Las lentas transformaciones se hacen presentes, tales como la apertura a la participación en la política, en el deporte, en el mundo empresarial, entre otros ámbitos.
En los patios de las escuelas las niñas ya no cantan más el Arroz con leche, el metegol no es cosa de niños, hay libros que hablan de ‘princesas’ que aguardan a su ‘príncipe azul’ y otros de las ‘antiprincesas’ que describen vida y obra de artistas revolucionaria como Violeta Parra o Frida Kahlo. De a poco, la cultura se transforma, las mujeres no bordan ni cosen y mezclan tacones con guantes de box.
* Sabrina García. Periodista. Directora del portal www.sanfernandonuestro.com.ar. En Twitter @garciasabri