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Stefanini: Los secretos de un misterio que cumplió 7 meses

Stefanini: Los secretos de un misterio que cumplió 7 meses

El misterio por la inexplicable desaparición de Damián Stefanini (45) cumplió siete meses y no para de sumar incógnitas. El empresario salió de su casa el 17 de octubre último para encontrarse con un socio al que –se sabe ahora– debía cobrarle cerca de 1.000.000 de pesos y nunca más se supo de él. Los investigadores están convencidos de que no se fue por su cuenta. Lo buscaron sin éxito por todo el país e Interpol hasta se ocupó de rastrearlo en Brasil y Paraguay. Pero no hubo resultados. Incluso se mandaron los detalles de sus piezas dentarias a todos las morgues de la Argentina para que las comparen con cuerpos ingresados como NN. Y nada.

El empresario está casado y tiene un bebé de 10 meses. Su mujer, Antonella Ognio, es hija del empresario inmobiliario correntino Horacio Ognio, quien a su vez es sobrino de Carlos Carrascosa (el viudo de María Marta García Belsunce). Según su familia, su principal sustento de Stefanini es una fábrica de sillas y mesas.

Pero eso no es todo. “Cambiaba cheques y prestaba dinero, pero casi siempre sin firmar documentos. Los testigos contaron que no estaba informatizado y que sólo anotaba a sus deudores en una libretita. Esa libretita, clave para la investigación, nunca apareció”, resaltó a Clarín una alta fuente del caso.

Stefanini siempre llevó una vida ostentosa. Tiene a su nombre una casa en el country Marinas del Sol, de San Fernando, y un condominio en Miami. Al momento de desaparecer se estaba haciendo construir tres barcos y se movía en un Audi A4 blindado. Le había comprado el coche a Federico Elaskar, el financista que dijo haber participado en el manejo de la llamada “ruta del dinero K” de la mano de Leonardo Fariña y el empresario Lázaro Báez.

“En sus negocios como financista, Stefanini manejaba un promedio de al menos 5.000.000 de pesos al mes. En la causa apareció gente que le debía dinero, pero ninguno al que él le debiera”, resaltó a Clarín un investigador.

Stefanini salió de su casa el viernes 17 de octubre a las 8 de la mañana. Primero fue hasta el astillero donde le están construyendo uno de sus barcos y luego fue a encontrarse con su socio de la fábrica de sillas y mesas. Este hombre le debía cerca de 1.000.000 de pesos y se supone en ese encuentro iban a pactar la cancelación de al menos una parte de esa deuda.

El punto de encuentro fue una estación de servicio de Bartolomé Mitre y Melo en Vicente López. Stefanini estuvo allí 40 minutos esperando a su socio, pero éste nunca apareció. En ese tiempo hizo tres llamados y no bajó de su Audi. Luego arrancó.

No está claro qué pasó después. Pero Stefanini no volvió a ser visto. Su coche fue hallado dos días después en Roca al 2300, en la localidad de Florida, a pocos metros de la oficina del contador del empresario, de nombre Milton. Estaba abierto y adentro había una tablet, un pullover y algunos cheques.

Mediante las cámaras de seguridad de Vicente López se estableció que el Audi fue estacionado allí a las 11.24 de la mañana en la que desapareció Stefanini. Pero no se sabe si el empresario iba al volante. “Hay un período de tres minutos entre la estación de servicio y el lugar donde frenó el auto que no está filmado. Una de las hipótesis es que habría sido capturado en ese lapso”, dijo una fuente del caso.

Una ciclista se presentó ante la Justicia y contó que, aquel 17 de octubre, estuvo a punto de ser atropellada por el Audi del empresario en la calle Roca. Describió a quien lo manejaba pero sus rasgos no coinciden con los de Stefanini. Esto aumentó las sospechas de que lo secuestraron antes de que el auto llegara allí.

“Stefanini casi no tenía amigos y era un tipo desconfiado y ambicioso. No se bajaba del auto si no estaba seguro. Por eso una de las hipótesis es que la persona que lo capturó era conocido de él”, explicaron los voceros.

La Justicia llamó a declarar al socio de Stefanini y le preguntó por qué no fue a la cita en la estación de servicio. El hombre dijo que no pudo ir al encuentro pactado porque lo habían llamado del banco. Pero los investigadores hablaron con los directivos de la sucursal que mencionó el testigo y allí les informaron que nunca estuvo ahí.

También fue llamado a declarar el contador de Stefanini. La Justicia esperaba que aportara datos clave sobre sus movimientos de dinero y los nombres de las personas que tenían relación financiera con su cliente. Además, el Audi apareció cerca de su estudio.

“El contador declaró que a Stefanini sólo le llevaba el monotributo y que no sabía nada de sus negocios como financista. Estamos convencidos de que no dijo la verdad, porque hablaba al menos 5 ó 6 veces por día con él. Sin embargo, se allanó su oficina pero no se encontró nada”, contó una alta fuente del caso.

La información sobre sus negocios les llegó a los investigadores por otro lado. Revisando sus mails y sus llamados telefónicos, se encontraron con que Stefanini tenía vínculos con financistas que fueron protagonistas de casos resonantes.

Uno de los nombres que surgió fue el de Guillermo Greppi, dueño de una financiera que en 2013 fue allanada por presunto lavado de dinero. En medio de ese procedimiento, este financista llamó a su amigo Carlos Liuzzi –mano derecha del influyente secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini–, al parecer para denunciar que los policías que estaban actuando le habían pedido coimas en nombre del juez Norberto Oyarbide. Fue un escándalo.

Otro empresario que habría hecho negocios con Stefanini es Fernando Caparrós Gómez, uno de los involucrados en la causa abierta a Sergio Schoklender por desvíos de fondos de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Este financista tiene vínculos, además, con Jorge Fidalgo, un colega que tenía relaciones con las víctimas del triple crimen de General Rodríguez (el caso de la efedrina).

Si bien ninguno de estos nombres aparece por ahora vinculado con la desaparición de Stefanini, si permiten a los investigadores darse una idea del ambiente en el que se movía. “Estamos investigando su entorno comercial. Cruzando datos y tratando de determinar dónde estaban quienes hacían negocios con él el día en que desapareció. No sabemos ni a dónde pueden haberlo llevado. Hasta le pedimos a la Prefectura que revise las cámaras de la Costa para ver si lo subieron a un barco”, relató un investigador.

La causa estuvo en manos de la Justicia bonaerense hasta diciembre, cuando la familia Stefanini empezó a recibir mensajes en Facebook en los que les pedían dinero a cambio de datos. La pista era falsa, pero hizo que la causa pasara a la Justicia federal de San Isidro. Allí es dónde ahora intentan reconstruir las piezas de este enigma.

Fuente: Leonardo De Corso para Clarín


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