8M: Yo paro

by Sabrina Garcia | 9 marzo, 2017 12:02 am

Opinión, Sabrina García[1]


Por Sabrina García*

Como cada año se “celebra” mundialmente el Día de la Mujer. Atrás quedaron las flores repartidas en la calle, esas que en el día se marchitaban, como una paradoja, al igual de los derechos de la mujeres. Hoy, mujeres y hombres dicen basta y lo manifiestan parando.

Hace algunos años en San Fernando mandaban a las mujeres a repartir flores a otras mujeres, como si el recordatorio perteneciera sólo al género y, además, como si con solo ese acto se estuviera contemplando la figura femenina.

Pasaron los años y una ley fue necesaria para que en las listas estuvieran contempladas las mujeres. La Ley 24.012 conocida como ‘cupo femenino’ obligó a los ‘dueños de la lapicera’ a incorporar el 30% de la lista a mujeres (1991). Claramente los lugares destinados a las mujeres eran el 3°, el 6° y así, achicando considerablemente la posibilidad de que las bancas fueran ocupadas por ellas.

Pasaron 25 años para que otra ley estableciera en el territorio de la Provincia de Buenos Aires la ‘paridad de género’. Esto es que las nóminas deberán respetar el 50 por ciento del cupo femenino y el 50 por ciento de cupo masculino. Y, a su vez, la secuencia de alternancia entre los sexos.

El tema no solo se visualiza en el ámbito político. Allí se traduce lo que por los distintos ámbitos de la sociedad se expresa a cada segundo.

Históricamente la mujer ha estado postergada en el mundo. En muchos países las tradiciones o culturas ubican al género femenino en un ámbito de notable inferioridad: están ocultas, no poseen derechos, son propiedad del hombre, se las bastardea, insulta, abusan, violan y matan.

Basta con abrir el buscador de la web para encontrar noticias que testifiquen ello: “Cada treinta horas muere una mujer por femicidio en la Argentina”, estableció la Casa del Encuentro en su informe anual (2016); “Ya hubo 57 femicidios en lo que va del 2017″, “Otra vez el horror: empalaron a una mujer en Merlo y la tiraron en un baldío”, señalan los titulares.

Los datos de jóvenes y mujeres que desaparecen, que son violadas, asesinadas, empaladas y tiradas a una zanja o baldío son frecuentes y llega un momento es que se confunden los nombres de las víctimas, como si una noticia tapara la otra, como si no nos diera tiempo a pensar en esa vida que ya otra ocupa su lugar.

Aparecen las fotos y los videos de las jóvenes que fueron acribilladas en Florencio Varela, los hartos debates sobre la vestimenta, qué estaba haciendo esa madre que no la cuidó, el periodista que cierra el informe y mete su bocado cosificador a su compañera, los que dicen ‘ninguno menos’ en lugar de ‘ninguna menos’ intentando ponerle paridad a una muerte por inseguridad frente a una machista. La piba que fue a buscar trabajo y terminó molida a golpes pero…. ¿qué hacía sola en esa casa?. Permanentemente buscamos tapar la noticia, justificando la muerte y evitando hacernos cargo de la sociedad patriarcal que tenemos.

El jefe que no para de acosarte, tu compañero que hace tu mismo trabajo pero su sueldo es más alto, si el auto está mal estacionado seguramente lo maneja una mujer, las nenas llevan la comida y los chicos la bebida, el pibe que le dice ‘te la pongo’ a la nena sin saber lo que está diciendo pero con la seguridad de que es cool burlarse de ella. Lo bien visto que está elegir con quien acostarse en un hombre brindándole dotes de hombría y lo puta si lo hace una mujer. El listado es largo y abarca todos los rincones: el educativo, el laboral, el familiar.

Y si a pesar de todo ello te preguntás por qué paramos, paramos porque estamos cansadas de todas estas acciones que ubican a la mujer en un lugar denigrante, estigmatizada y sin voz. Hay una sociedad que hace un gran esfuerzo para volver a aquella mujer que estaba solamente para cocinar, criar a sus hijos y darle placer a su marido cuando éste así lo decida. Hay otra que busca tener una sociedad más igualitaria, sin prejuicios de género. Paramos en las casas, en las calles, en las fábricas, en las oficinas, en el campo, en las escuelas, y en todo lugar donde estés porque necesitamos despertar, decir ¡basta!.

Siempre hubo una minoría: los judíos, los negros, los niños, los ancianos, los discapacitados, las mujeres, los grasas, los inmigrantes. Tantas matanzas tuvimos que transitar en nuestra historia para poder aceptar al otro, así, como es, distinto. Es necesario replantearnos si debemos pasar una y otra vez por lo mismo, si al final de cuentas cabemos todos en este mundo.

Esas diferencias nos permiten crecer como sociedad, aceptarnos en la diversidad, respetarnos. Tu voz no vale menos que la de otro, tu vida, tu pensamiento, tu forma de amar y de sentir, lo que te genera indignación, lo que te motiva, lo que elegís vestir, tu forma de hablar, tu forma de expresarte, de construir. Todo ello nos hace distintos, solo eso. Caminemos este recorrido juntos.

Hoy 8M ‘Yo paro’ y ¿vos?

(*) Sabrina García. Periodista. Directora del portal www.sanfernandonuestro.com.ar. En Twitter @garciasabri

Endnotes:
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